Eo

Opinión:

Luis Cerezo pone ante los ojos del lector la soledad de un niño que ve a su madre solo unos minutos al día y con la que se relaciona prácticamente a través de llamadas telefónicas y notas dejadas en la cocina, un niño que casi no tiene amigos y que, encima, sufre el acoso de una pandilla de compañeros. Lo mejor es que el autor no se ensaña con los sentimientos negativos (miedo, sensación de abandono, frustración, soledad…) que Pedro podría sentir sino que transmite una sensación de naturalidad, de aceptación sin demasiados cuestionamientos. Así, presenta a un personaje que, aunque tiene miedo en ocasiones, también es muy valiente en otras y que es amable, bueno, dulce, muy independiente y con gran autonomía a la hora de comer, prepararse la comida o entrar y salir de casa.

Su vida cambia cuando descubre un elefante. Pedro no duda en cuidar de él y juntos crean una bonita amistad que viene a suplir la falta de cariño que padecía hasta entonces. Cerezo reflexiona, así, sobre los requisitos de la amistad (cuidado, apoyo, protección, cariño, confianza, lealtad, ayuda, complicidad, diversión…) y regala al lector un hálito de esperanza para Pedro y su desarrollo afectivo.

Durante prácticamente la mitad del libro, el autor va desarrollando esta peculiar amistad y va reflejando tanto los elementos de la vida de Pedro que cambian tras la llegada del elefante, al que llama Eo, como los principios que va relajando para ayudarle y protegerle (escapadas de casa, mentiras, engaños…).

Si en esa primera parte prima lo intimista, y sentimental, la ternura del niño que encuentra al animal y de la relación de cariño que surge entre ellos, la segunda mitad de la novela se vuelve pura aventura: Eo es descubierto y ambos deben huir para que no sea capturado. Ahí se pondrán a prueba todos los lazos desarrollados con anterioridad, así como esos requisitos de la amistad de los que he hablado antes. Aunque emocionante y llena de peripecias, esta parte se me ha hecho un poco larga. He tenido la sensación de que estaba un poco sobredimensionada y que un poco más corta hubiera cumplido su función igualmente al tiempo que hubiera redundado en un mejor producto final.

Esto no quiero decir que la lectura se haga pesada, todo lo contrario: la novela tiene un ritmo ágil y una trama bien armada que facilita la labor del lector. Personajes, argumento, estructura, ritmo y ambientación funcionan a las mil maravillas para contarnos un bonito relato que, creo, hubiera ganado más si hubiera sido un cuento en vez de una novela.

Por lo demás, Cerezo plantea temas interesantes sobre lo que reflexionar pero tampoco ahonda demasiado en ellos y prefiere dejar que el lector saque sus propias conclusiones sobre cuestiones tan fundamentales para el ser humano como la protección, el cuidado, el cariño, la confianza, la familia, la amistad o el amor incondicional.

En definitiva, una historia bien escrita, que mezcla lo cotidiano y lo mágico, que recupera con acierto las sensaciones de la infancia y su pureza y a la que, creo, flaco favor le hace la presentación de la editorial, que incluye frases como "un canto a la amistad que deja huella y cambia la visión del mundo" o "un libro excepcional que vas a querer regalar a todas las personas a las que ama" (ambas extraídas de la faja que envuelve el ejemplar que he leído) y que eleva demasiado las expectativas del lector.

Lidia Casado