en el país del arte. tres meses en italia

Opinión:

En 1896, huyendo de la justicia a causa de sus ideas políticas, Vicente Blasco Ibáñez emprende un viaje por Italia, desde donde envía una serie de crónicas que se fueron publicando en el diario El Pueblo; a su regreso el propio autor las publicó en el volumen En el país del arte. Tres meses en Italia. A diferencia de otras obras que recopilan artículos o crónicas, esta compilación presenta una unidad estructural, una coherencia, que parece indicar que desde el principio Blasco Ibáñez tenía en mente publicarlas en forma de libro; de hecho, este volumen será su primer libro de literatura de viajes.

Lo que más me ha impresionado de la obra es su fuerza narrativa; sus descripciones de paisajes y monumentos son impresionantes y destilan una pasión contagiosa; además resultan muy gráficas, pero es que Blasco Ibáñez es uno de los mejores escritores descriptivos del momento. Y, de hecho, esta obra fue considerada en su época como una de las mejores guías de Italia; además, nuestro autor fue el escritor europeo más leído de su tiempo.

Blasco Ibáñez  no se limita a este tipo de narración descriptiva, también nos habla de los sentimientos que los diversos lugares despiertan en él, las reflexiones históricas que pasan por su mente. Lo cierto es que es como si contempláramos el país con sus ojos, pero también con su mente y su corazón. Esto produce una sensación extraña en el lector porque en todo momento eres consciente que estás leyendo la descripción de lugares, monumentos, ambientes, que fueron pero ya no son. Y esa conciencia de acceder a algo ya desaparecido despierta en el lector un sentimiento difícil de definir, mezcla de nostalgia, o quizá una cierta tristeza, por lo perdido y, a la vez, emoción y una cierta alegría por el privilegio de poder compartir con el autor esa realidad hoy imposible de encontrar.

Merecen destacarse las vívidas recreaciones de la vida en Pompeya que realiza el autor, o la evocación de la entrada en el Foro romano de las legiones victoriosas; son magníficas.

En algunos aspectos es evidente que estamos ante una obra escrita a finales del siglo XIX; algunos pasajes, hoy en día, resultan políticamente incorrectas y el lenguaje que utiliza, en ocasiones, resulta  demasiado florido y peca de una excesiva grandilocuencia; pero aún así resulta una obra amena y fácil de leer.

Blasco Ibáñez  se nos revela como un hombre de una vasta cultura, con amplios conocimientos tanto de historia como de arte, con un agudo espíritu crítico; tampoco falta su famoso anticlericalismo y demuestra una maestría literaria inusitada.

En el país del arte  es una magnífica oportunidad que nos brinda la encomiable labor de Ediciones Evohé de acceder a una de las obras menos conocidas de uno de los grandes nombres de nuestra literatura.

Jaci Alía Arreche