En busca de la verdad

Opinión:

Siempre que se trate de estudios fiables que hayan pasado el tamiz de los no-impostados, confieso que me atrae todo lo relacionado con la mente, más si coincide con la temática literaria. Si tuviéramos que dar un ejemplo de escritor en el que se combinaran el binomio excentricidad y lucidez en sus obras artísticas, cualquiera que sea el género en el que haya trabajado, creo que muchos coincidiremos en que Thomas Bernhard es sin duda uno de los primeros que se nos vendría a la cabeza.

En esta recopilación no tienen pérdida de interés ninguno de los apartados sobre los que el escritor se nos muestra o bien como conferenciante, o como un simple autor de cartas al lector de algún diario de la época. Por poner un ejemplo, la editorial enumera los apartados bajo encabezados, entre los cuales podría destacar los títulos "Con la claridad aumenta el frío", "Respetado señor ministro, respetado público", "Bernhard Minetti", "Mañana Salzburgo", "Distinguido señor Rius", en donde la aridez oral, por un lado y la causticidad o la mordacidad más descarada nos replantean, por ejemplo, conductas asumidas por el pueblo austriaco, o atacan directamente figuras representativas del mundo de la cultura, política o economía de dicho pais.

La lectura es amena, al conservar cierta disposición que salta de una entrevista a un telegrama, o de un discurso académico a una disertación sobre los poetas, sin perder la fuerza en el tono salvaje y crítico, mantenida en cada uno de los episodios y a lo largo de todo el ejemplar.

Thomas Bernhard no pierde el tiempo con rodeos, y aunque en ocasiones el lector pueda presuponer cierta simulación en su carácter arisco, probablemente cambiará de opinión hasta convencerse de su genuidad en el siguiente capítulo.

Los apartados están ordenados cronológicamente, el último coincide con una carta dirigida a un periódico pocos días antes de su fallecimiento, en 1989.

Se cierra este libro con bastantes anotaciones, algunas de las cuales incluyen las propias respuestas de los individuos o instituciones a las que se dirigían las misivas, muy interesantes.

El resto de polémicas que suscitaron dichos artículos, cartas y presentaciones varias se recogen en otras obras y volúmenes, pues bien podemos afirmar que este escritor sigue dando cancha a editores y editoriales que no dudan a la hora de perpetuar una figura tan peculiar, que enfatizaba a la hora de afirmar sobre la máxima aquella de: "una persona que piensa, resulta molesta". Estamos contigo.

Saray Schaetzler