elogio de la locura o encomio de la estulticia
Título: elogio de la locura o encomio de la estulticia
Título Original: (morias enkómion)
Autor: Erasmo de Rotterdam
Editorial:
Espasa Calpe
Copyright: Colección Austral
ISBN: 84-239-7444-8
Etiquetas:
Argumento:
Erasmo dedica a su amigo Tomas Moro una serie de reflexiones en las que la estulticia se convierte en protagonista. A través de Erasmo la necedad cuenta como es la verdadera "ama y señora de todo y de todos. Es más, cuanto más estúpido se es, mejor que mejor. Nadie se salva; políticos, científicos, literatos y, especialmente, los clérigos quedan catalogados como unos majaderos inconmensurables, que, sin embargo, se creen a sí mismos la flor y la nata de la perfección y la sabiduría.
Opinión:
La verdad es que tras leer este magnífico libro no se sabe a ciencia cierta sí se está ante una obra maestra de la ironía o ante una extravagante tomadura de pelo en la que Erasmo de Rótterdam se burla de todo bicho viviente y, de paso, se hace pasar por un necio absoluto.
Erasmo hace un recorrido por la estupidez humana a lo largo de los tiempos y pone de manifiesto que, ésta, es la verdadera reina del orbe, ya que, según nuestro humanista son precisamente los estultos los que triunfan sobre los doctos. Y en un discurso lógico pone ejemplos de semejante aseveración. Por ejemplo, los sabios, los prudentes, los reflexivos, suelen aburrir, acaban casi siempre arruinados y abandonados a su suerte, mientras que los majaderos hacen reír, alegran la vida, gracias a su estupidez suelen medrar porque nadie les considera peligrosos y, además, pueden decir y hacer lo que se les antoje delante de quien quieran, ya que precísamele su estupidez les salvará de un juicio terrible y el consiguiente castigo y se será benévolos con ellos. ¿Hay pues mayor felicidad posible?
Aunque el libro es estupendo de principio a fin, es especialmente saludable la lectura del capitulo que Erasmo dedica a la majadería de los clérigos de toda condición y posición y a los teólogos. Son los más rematados de los estúpidos pero, gracias a sus palabras, altisonantes y aprendidas de boca de otos, consiguen imponer sus criterios y asombran a medio mundo con su verborrea de papagayos.
Pontifican, excomulgan, imponen doctrinas y hacen interpretaciones de la doctrina que nada tiene que ver con el original, organizan guerras para la conversión de los infieles, queman a los herejes y llaman fanáticos a los demás. Viven en total contradicción con lo que predican, pero ¡ahí de ti como seas cogido en pecado!
La verdad es que si se observa el mundo actual no vemos mucha diferencia con la época que le tocó vivir a Erasmo. Fijémonos si no en quienes son los que triunfan en los infectos programas de TV o, peor aún, hay que ver qué programas son los de mayor audiencia: Evidentemente los más estúpidos entre los estúpidos. Los Pocholos y compañía. Tienen miles de seguidores y son protagonistas de tertulias, incluso entre personas que se creen a sí mismas "intelectualmente activas". ¿No es esto el mayor triunfo de la estulticia?
Lo mismo se puede decir de esa especie de casta llamada futbolistas. La mayoría no saben prácticamente ni expresarse correctamente y son incapaces de decir más allá de "si, bueno" y ahí están, hundidos en millones de euros y adorados por toda la humanidad, tanto en oriente como en occidente. Firman autógrafos, se les recibe como a héroes e, incluso, los responsables políticos ponen a su disposición escoltas que cobran su sueldo de todos los ciudadanos, les guste o no, no ya el personaje en cuestión, sino el deporte al que se dedica. Otro gran triunfo de la estupidez
¡Y que decir de los famosillos! Esos que venden por dinero sus idas y venidas, sus intimidades y, después, fingen un enfado terrible porque no les respetan sus vidas y amenazan con cientos de querellas. Pues bien decenas de revistas se forran con la venta de ejemplares cada semana con la separación de tal o cual señora o señor (es un decir), con supuestas novias para los príncipes o las princesas de turno y otro tipo de miembros de diversas realezas. A todo esto, añadiremos embarazos, separaciones, coyundas, veraneos, juntamientos, reconciliaciones, visitas a casas y desnudos /as en barcos y playas.
Y tampoco se libran los políticos. Creo que el caso más significativo de estulticia erasmiana es el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. Parece difícil encontrar alguien más estúpido, ignorante, patán, grosero, incivil y repelente que este sujeto y sin embargo, ahí le tenemos. Es el amo del mundo. Manda y le obedecen la mayoría. Organiza genocidios y nadie se atreve a juzgarle en un Tribunal Internacional y es recibido con todos los parabienes y honores allí donde va, como un gran benefactor de la humanidad. Erasmo hubiera palidecido al conocer a semejante espécimen.
Quizá el triunfo de la estulticia, de la estupidez en definitiva sea porque lleva aparejada en muchos casos (no en el de Bush) la belleza y, como decía Baudelaire, la estupidez es un cosmético divino que aleja las arrugas y hace bello a quien la tiene.
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Comentario de los lectores:
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