Elizabeth y su jardín alemán
Título: Elizabeth y su jardín alemán
Título Original: (Elizabeth and her German Garden, 1898)
Autores: Elizabeth von Arnim, Sara Morante
Editorial:
Lumen
Copyright:
© 1898, Herederos de Elizabeth von Arnim
© 2008, 2017, Penguin Random House Grupo Editorial S.A.U.
© 2017, Sara Morante, por las ilustraciones
Traducción: Cristóbal PeraIlustraciones: B/N
Edición: 1ª Edición: Marzo 2017
ISBN: 9788426403308
Tapa: Dura
Etiquetas: familia Alemania clases sociales crítica social mujeres literatura alemana novela relaciones sociales siglo XIX jardinería matrimonio normas sociales machismo ironía y sarcasmo condición humana decimonónica
Nº de páginas: 148
Argumento:
"Elizabeth y su jardín alemán", de Elizabeth von Arnim, es un relato sobre la libertad individual que se puede explorar y encontrar en el reducido universo de un jardín privado. Una obra terriblemente irónica sobre las relaciones sociales, el matrimonio, la familia, las diferencias de clase social, gracias a la quietud y sacrificado esfuerzo, no siempre agradecido con los resultados, que el cuidado de flores y plantas exigen.
Un singular diario con pasajes que nos retratan, con una prosa tan elegante como poblada de afiladas aristas intelectuales, la condición humana en una sociedad conservadora, machista, asfixiante en sus convencionalismos y exageradamente aburrida, aunque precariamente aliviada de una risa, un buen libro a la húmeda sombra de un árbol, un paseo a la caída de la tarde o un verbo ágil en alocadas conversaciones que conspiran malévolas contra las siempre inoportunas visitas que se empeñan en invadir ese espacio cerrado y privado, propio de privilegiados, especialmente pensado para la felicidad.
Opinión:
Esta obra del siglo XIX está escrita para finos paladares literarios, para aquellos predispuestos a gozar de un relato con el sosiego propio de un lector sin prisa. Es una historia de una soledad epicúrea que aspira a una libertad sólo alimentada con la siembra de una semilla, un arreglo de un arriate o una mudanza de plantas. Las inabarcables consecuencias personales del deleite propio de un trabajo en un universo cerrado y placentero que conduzca al alejamiento de una sociedad tan aburrida como cerrada.
Un relato que contiene una sucesión de pequeños e irrelevantes acontecimientos, donde habitan los hijos de la protagonista como un controlado contexto, a la vez que nos retrata un marido al que no duda osadamente en llamar siempre "el hombre airado...", la estrechez mental de una desleal institutriz, esos familiares que son como las medicinas porque alivian en pequeñas dosis pero que resultan terriblemente nocivos cuando se abusa de ellos, o esas inoportunas visitas que alteran la armonía de un espacio donde la convivencia humana está condenada a alterar el equilibrio vital. Además, la autora nos propone un crispado contraste entre la vida en una ciudad que aparece como un cúmulo de seres desgraciados atados a sus circunstancias más infelices, a pesar de bailes restaurantes cervezas y fiestas, y ese jardín pensado como un refugio frente a esa realidad inclemente.
Una defensa, polémica en el tiempo de publicación de la obra, de los placeres sencillos, como una humilde fresa o una rezumante rosa, frente a la banal y exagerada aparatosidad de gustos tan efímeros como socialmente hipnóticos a la par que ineficaces. Una propuesta contestataria y a la vez divertida gracias a su afilada ironía, en una época dominada por cargantes convencionalismos que provocan en la autora el sentimiento de que el destino parece cruzarse atravesado en su camino a la felicidad, como una conjura de los elementos habitados por seres humanos tan espesos como invasivos.
Una novela que oculta un sutil alegato, mediante el que invita a librarse de lo que estorba, de deshacerse de lo que hace llorar, de burlarse de las burlas y prejuicios ajenos, de impedir que el "ambiente microscópico que te rodea prescriba tus idas y venidas".
Y también una defensa de la mujer y sus derechos, frente a una sociedad que se empeña en meterla "en el mismo saco que los niños y los idiotas". En esa sociedad que prohibía a las mujeres viajar en el piso superior de los tranvías y trolebuses, por una moral tan ridícula y pacata al justificarse por el formidable riesgo de atisbar un calcetín que envuelva un tobillo, como igualmente le impedía a la mujer ser propietaria de su propio patrimonio, que debía ceder sumisa a su marido desde el primer segundo del casamiento. Una sociedad, como ella denuncia, en la que a "los ojos de la ley todos somos pecadores" y "todo hombre es culpable hasta que se pruebe que es inocente".
Una elegante y gozosa distancia literaria con el mundo, de un ya clásico de las letras alemanas del siglo XIX, publicada en un libro de gran calidad gracias a la cuidada y elegante edición de Lumen, que además cuenta con el regalo inesperado de una cubierta que al desplegarse es un bello cartel de la brillante ilustradora Sara Morante, que interpreta correctamente el sentido de esta narración cuando pinta su propio jardín, en el que el rostro de mujeres se asoman solitarias entre hojas y flores…
Jorge Riet
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Comentario de los lectores:
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