Anika entre libros

El verano de los juguetes muertos (Inspector Salgado 1)

Ficha realizada por: Patricia Rubiera
El verano de los juguetes muertos (Inspector Salgado 1)

Título: El verano de los juguetes muertos (Inspector Salgado 1)
Título Original: (El verano de los juguetes muertos, 2011)
Autor: Toni Hill
Editorial: Debolsillo
Colección: Best Seller


Copyright:

© Toni Hill Gumbao 2011
© DeBolsillo 2011

Edición: Edición, Julio 2011
ISBN: 9788499891040
Tapa: Blanda, bolsillo
Etiquetas: juicios maltrato abusos malos tratos religión criminales asesinos psicópatas sociópatas género negro policiaca literatura española novela vudú venganza trilogías
Nº de páginas: 358

Argumento:


¿Qué tienen en común dos muertes aparentemente accidentales con años de diferencia entre ellas y un suicidio? Eso es lo que se pregunta el inspector Héctor Salgado a lo largo de su investigación durante un bochornoso verano barcelonés. Sus pesquisas le llevarán a descubrir que quizá la justicia no siempre es igual para todos, que los intereses creados son más importantes que la vida humana y que, en ocasiones, es inevitable tener que ensuciarse las manos para castigar al que se cree culpable, aunque el precio a pagar sea muy caro.

 

Opinión:


Decir que la novela negra en España está en auge sería quedarse corto tratándose de uno de los géneros que más adeptos tiene en nuestro país y que ha dado grandísimos escritores reconocidos más allá de nuestras fronteras. Decir que en novela negra todo está escrito es absurdo, Toni Hill moderniza la novela negra sin que por ello se pierda el sabor clásico que siempre ha sido su característica.

Más que digno debut de Toni Hill con una historia de buenos y malos en los que ni unos ni otros lo son tanto, con protagonistas que se transforman en títeres de sus acciones y con diferentes líneas de acción que nos harán sumergir en un mundo terrorífico por ser tan real y tangible. En "El verano de los juguetes muertos" no hay héroes que valgan, son la imagen viva del antihéroe, el tipo absolutamente normal que intenta desempeñar su trabajo lo mejor posible, inmerso en plena crisis de los cuarenta y al borde de un vacío existencial en el que parece estar cada vez más inmerso; Héctor Salgado es igual que cualquier hombre en el ecuador de su vida.

Esta normalidad es la que hace del protagonista el compañero perfecto por un viaje criminal que empezó mucho antes de que los mismos implicados lo sepan, de hecho es inteligente, hábil y atrevido ver que alguno de los culpables lo es desde el momento mismo de su nacimiento y que, a su vez, se convierte en desencadenante de hechos dramáticos que parecían perdidos en la memoria.

"El verano de los juguetes muertos" es una historia de venganza atípica, en la que las vidas cruzadas, los hilos que tejen las diversas tramas, nos involucrarán en el misterio desde el prólogo logrando que caigamos en una red de mezquindad, de falsas apariencias, de secretos sepultados bajo tierra que mantienen vivo nuestro interés más allá del desenlace. El hecho de urdir una trama absolutamente negra con un poco de superchería gracias al vudú, hace que estemos ojo avizor en todo momento, como si supiéramos que algo subyace entre las investigaciones y que, tarde o temprano, tendrá que salir a la superficie para causarnos un golpe de efecto que estamos esperando pero que, por suerte para el lector, no sabemos cuándo va a llegar. Toni Hill se mueve como pez en el agua entre todos los estratos sociales que componen este enigma, demuestra valentía al tratar ciertos tabúes sin cortapisas o miedos y al poner en la picota al clero si la ocasión lo requiere.

El carácter de los personajes queda definido en un par de líneas y estará presente en todas y cada una de las acciones que cometen pero, por encima de todos, es la personalidad de Salgado la que marca el tono, un policía capaz de tomarse la justicia por su mano ante la imposibilidad de castigar al culpable de otra manera. Este suceso del pasado reciente del inspector es el que le define y diferencia del resto, no actúa así habitualmente, sólo cuando no le ha quedado más remedio. Por eso, cuando descubre que alguien se ha comportado de la misma manera, pone en la balanza las diversas opciones que se podrían haber empleado, siendo incapaz de sentir lástima por personas que nunca han buscado la justicia, más bien acallar sus conciencias y seguir adelante con unas vidas perfectas a los ojos de la sociedad.

Es la constante que sobrevuela en todas las páginas del libro ¿el fin justifica los medios?, ¿una mala acción, una acción equivocada, por buenas razones, se convierte en algo bueno? Es ahí cuando el lector tiene que sacar sus propias conclusiones, empatizar con unos personajes y odiar a muerte a otros, preguntarse si, dado el caso, habría reaccionado de la misma manera o, peor aún, si sería capaz de seguir viviendo con los ojos cerrados a la realidad abominable del crimen de otro. En ocasiones, y esta es una de ellas, no hace falta matar a nadie para convertirse en asesino, basta con cruzar los brazos y mirar hacia otro lado.

Todos somos esclavos de nuestras palabras y de nuestros actos, la pasividad con la que miramos el mundo que nos rodea no nos hace dormir mejor por las noches, sólo consigue que nos engañemos ante la supuesta placidez de nuestra existencia, en definitiva todos formamos parte de "El verano de los juguetes muertos", el problema es ser involuntariamente uno de esos muñecos.
 
Patricia Rubiera

 

 

 

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