El último pasajero

Opinión:

Un barco con una esvástica nazi a la vista y frente a ella, unas tumbonas y un carrito de bebé, es lo que nos muestra la portada. Les rodea un ambiente oscuro, la impresión de presencias en el interior por las luces que nacen de las ventanas, y la sensación de abandono desde fuera. Esta imagen resume muy bien la esencia del libro: en 1939 desaparecen en alta mar unas cuatrocientas personas entre pasajeros y tripulación. Los amantes de los misterios conocemos historias rocambolescas y extrañas de barcos fantasmas o barcos que aparecen sin pasajeros, como la del Holandés Errante o el Mary Celeste, así que si somos de los que nos gustan los misterios aquí tenemos ya un punto a favor. Cómo resolverá el misterio y si acierta con el modo de darle sentido a una historia tan extraña como ésta es lo que contaré a continuación.

Con Kate viviremos al menos dos épocas, con lo que los amantes -como yo- de los viajes temporales, puertas dimensionales y paradojas, disfrutarán también. Pero darle sentido a todo esto Manel Loureiro ha tenido que buscar algo que explique sin chirriar un suceso tan estrambótico. Y lo consigue. Doy fe. Le da sentido, lo explica, y recurre a algo que yo ya conocía pero que nunca había leído en ninguna otra obra de ficción: la Pulsa Denura. Más detalles no puedo dar, para saber más hay que leer la novela.

Otra de las cosas que ha metido Loureiro en este cóctel tan lleno de ingredientes son los fantasmas. En principio esos que aparecen y desaparecen en el bucle temporal que vivimos sobre el Valkirie son, para mí, perfectamente correctos. Su aparición/desaparición tiene sentido, y eso es necesario, porque en la ciencia ficción, el fantástico y el terror, no vale cualquier cosa siempre. En algunos temas concretos hace falta algo que de credibilidad a la historia. Los conejos salidos del sombrero sólo nos gustan si hay un mago al lado o si la historia se presenta como surrealista. Los lectores un poco exigentes al menos necesitamos creernos un poco la historia, aunque sea lo más absurdo que hayamos leído jamás. Y esta no es una historia surrealista, así que necesitaba bases sólidas sobre las que desplegar sus velas. Hasta ahí todo bien…

Lo que pasa es que en cuanto a los espíritus… yo soy muy fan del espíritu de toda la vida y del fantasma clásico. Me gustan los entes etéreos, casi transparentes. Me gustan los espíritus que interactúan con los vivos pero que no pueden tocarse porque no hay solidez, y me gustan los fantasmas que parece que repiten sus vivencias dejando tras de sí remanentes energéticos que los reproducen una y otra vez. Manel Loureiro ha optado por otro tipo de fantasma. Para los fans de las historias de amor, este fantasma les gustará, pero yo personalmente hubiera preferido un ente de apariencia holográfica, sin piernas, sin solidez, visible por ser energía pura, como el espíritu clásico de toda la vida, aunque no tuviera un final feliz, a este otro tipo de fantasma sólido capaz hasta de intercambiar fluidos. Porque en el fondo sólo sirve para que el final que ha escrito Manel pueda tener algún sentido.

Así pues, tiene un happy end que agradará a quienes no les gusta leer finales tristes. Puede que a algunos no nos convenza mucho pero los finales felices a costa incluso del argumento tiene sus seguidores. Personalmente prefiero un final triste pero con esperanza (como el de "Extraños eones" de Emilio Bueso, por poner un ejemplo) a un final feliz excesivamente fantástico.

En cuanto al terror, ése está muy logrado; las sombras, el ente malévolo que recorre el barco, el maleficio que sufren todos, los cambios de comportamiento y de personalidad, el poder del mal achicharrando esos cerebros, la persecución imparable tanto del ente como de otros pasajeros del barco… Todos esos aspectos me han gustado.

"El último pasajero" es una novela muy entretenida, llena de misterio, con fluctuaciones temporales inesperadas y unas buenas dosis de terror, acción y amor, para evadirte unas cuantas horas y no saber si ya es hora de cenar. Aunque no aconsejo leerla a bordo de un barco a menos que quieras pasar más miedo.

Anika Lillo