El trono maldito

Opinión:

No se le puede pedir más a una novela que de principio a fin no cesa en novelar la documentación disponible. El prestigio que acompaña a los autores de la misma la convierte en una aventura didáctica, llena de misterio e intriga, con la que se pueden conocer todos los puntos de vista de las partes enfrentadas.

Tras la muerte de Herodes el Grande, Israel se encuentra sumido en el caos más absoluto. Los principales pretendientes al trono tienen que luchar, no sólo contra los cónsules y saqueadores de Roma, sino también contra una serie de iluminados y aspirantes a Mesías, que prometen devolver la liberación de un pueblo, maldito desde los tiempos gloriosos de David y Salomón.

El emperador Augusto, junto a su mujer Livia y las intrigas de Salomé, toma la decisión de partir el reino, debilitándolo y con el firme propósito de poner serias dificultades para que Palestina no se convierta con el tiempo en un Estado libre.

Y entre tanto apunte histórico surgen las figuras de Hipódamo, el jefe de la Policía de Arquelao y después de Antipas, y Ruth, la hija de un sacerdote. Ambos protagonizan y dan ritmo a esta novela, siendo testigos directos de los cambios que se producen en Israel, pero también de parte de la maldición con la que tienen que vivir al desobedecer las leyes de Abrahán: la unión entre un griego y una judía no es aceptada por el pueblo judío.

Sin descanso, entre las disputas por el trono y las pequeñas insurrecciones, llegamos a los acontecimientos que pudieran ser los más importantes de la novela. La aparición de Juan el Bautista y posteriormente la de Jesús de Nazaret, ponen más nerviosos a los distintos pueblos de Israel y a Roma, que los propios pretendientes al trono.

Los grandes relatos y la composición de los mismos nos acercan a un tipo de literatura con el que saborear de la misma forma palabras, descripciones o revueltas. Una gran novela con la que entender y hacernos una idea de gran parte de los conflictos actuales que siguen asolando a los Estados de Israel y Palestina, y en los que la religión tiene mucho protagonismo.

Una época en la que los cimientos de Roma también se tambaleaban y sus cambios afectaron en las decisiones finales, arrastrando durante siglos la trama que aquí se nos presenta, y que supuso que la historia del mundo tomase un rumbo diferente.

Son, sin duda, los capítulos dedicados a Jesús de Nazaret los más vibrantes y llenos de emoción con los que cuenta esta novela. Aquellos donde encontraremos algunos episodios para leer una y otra vez por el simple placer de encontrarnos con la historia.

Porlomenix