El Tao de Pooh

Opinión:

"El Tao de Pooh" es un proyecto del escritor estadounidense Benjamin Hoff, conocido por enseñar la filosofía taoísta a través de los personajes de la literatura infantil.

Los maestros taoístas siempre han dicho que el Tao no se puede definir, que las palabras limitan y estrechan la idea. Y en un capítulo del Tao Te Ching, un clásico de la filosofía taoísta escrito por Lao-Tse, lo enuncia muy claro: "El Tao que puede ser expresado no es el verdadero Tao". Entonces, para poder captar o intuir el pensamiento, lo que hacen los filósofos es recurrir a las metáforas, a los cuentos o a las fábulas. En este caso, el autor se ayuda de diálogos disparatados y de versos de canciones que Winnie se inventa.

A lo largo de la narración nos encontramos con ideas muy interesantes de la filosofía taoísta, por ejemplo, la del Tronco Sin Tallar, que lo que nos da a entender es algo así como que el poder de las cosas está en su simplicidad y que ser simplón no significa ser estúpido. También tenemos El Principio de los Dorquines al Pesto o El Curso de Pooh. Este del curso es una metáfora muy bonita que compara el Tao con la trayectoria de un río, cómo el fluir del agua de manera natural va esquivando los obstáculos del camino con elegancia y habilidad.

El texto continuamente hace alusión a la diferencia que existe entre conocimiento y sabiduría. La inteligencia tiene sus limitaciones y, aunque la erudición puede resultar útil, las cuestiones importantes quedan fuera de su alcance. Es la sabiduría la es capaz de percibir lo trascendente.

El elemento más característico del Tao, y que está estrechamente relacionado con la idea de El Curso de Pooh, es un concepto que a mí me ha encantado: el wu wei. La traducción literal sería "no hacer, causar o crear", pero que en la práctica significa "sin entrometernos, sin forzar". El Tao no fuerza ni entorpece las cosas, simplemente las deja ser, las deja actuar a su manera, aceptando las reglas naturales para conseguir el mayor bienestar.

Todos los conceptos los desarrolla mediante conversaciones del propio autor con Pooh o con anécdotas y aventuras que le ocurren a Pooh con sus amigos del bosque. Tenemos al burrito Igor, al cerdito Piglet, a Conejo, a Buho y otros más. Cada uno interpreta una forma de ser que ayuda a entender los fundamentos más importantes de esta teoría.

El relato está intercalado con ilustraciones que hacen más agradable la lectura y, aunque el lenguaje que utiliza es sencillo, y todos los personajes son característicos de la literatura infantil, no me atrevo a decir que su comprensión sea fácil. Lo que quiero decir es que para entenderlo de forma correcta tenemos que entrar en la lectura con una mente flexible, abierta, y como diría un taoísta, "vacía", porque si no, podemos interpretar la historia de simplona y boba y perdernos el mensaje verdadero. La recompensa de entenderlo es descubrir que podemos tener una vida tranquila, plena y feliz.

Un texto divertido y a la vez profundo que he disfrutado mucho y que volveré a leer, porque es de esos libros que con el tiempo te apetece hojear de nuevo. Mi recomendación está clara.

M. Zeta