El segundo sexo

Opinión:

Ediciones Cátedra reedita un clásico del feminismo. Imperdible, quizá insuperable, Simone de Beauvoir publicó en 1949 una auténtica obra maestra, la cual, a día de hoy, aún arroja mucha luz sobre el mundo de las mujeres y su enorme desventaja con respecto al mundo de los hombres. 

En esta colosal obra filosófica la autora analiza a la mujer y justifica los motivos por los cuales nunca ha sido respetada ni valorada. Teniendo en cuenta que salió a la luz a mediados del siglo pasado, la mujer a la sazón comenzaba a asomar la cabeza dentro de la sociedad. Hasta entonces (si bien aún existen muchos casos de desigualdad entre los dos sexos) ella apenas se granjeaba el respeto ni la independencia, subyugada a la voluntad del hombre. El libro en sí nació por una voluntad de la autora francesa de escribir un libro que girase en torno a ella, y fue su amante, el gran escritor existencialista, Jean-Paul Sartre, quien la condujo a cuestionarse por qué la mujer no había recibido la misma educación que un hombre. Por consiguiente, después de una extensa y minuciosa recopilación de información, se encomendó a la elaboración de un libro que, ya sólo por su peso, es demoledor. 

Su lectura constituye toda una odisea y un desafío. Aplastantemente ilustrativo, la escritora se sirve de ejemplos, teorías, datos objetivos para argumentar, de forma elocuente y convincente, la inferioridad de la mujer a lo largo de su existencia. Con mucha inteligencia ella se abstrae de la subjetividad (por su condición de mujer) para exponer con objetividad, con la consecuencia de que cualquiera con raciocinio y sentido común se abandonará a las brazos de sus razonamientos y se dejará persuadir. Se vale de tantísimos ejemplos, extractos, textos, que uno, enmudecido, realmente no posee contraargumentos. Además, todos esos argumentos se exponen desde diferentes vertientes: historia, genética, literatura, mundo laboral,...

En su contra, su larguísima extensión y su repetición en temas, sobre los que divaga y divaga hasta la extenuación, provocan un hastío y un cansancio que el lector acusará tarde o temprano. Uno debe tomar conciencia de que una obra de este calibre y de esta magnitud debe ser leída con lentitud y con los cinco sentidos, y más si se extiende más allá de ochocientas páginas. 

Teresa López Pardina, doctora en Filosofía, redacta una introducción, también extensa hasta más no poder, que dará buena cuenta de la obra si se lee a posteriori del texto propio, ya que así el lector podrá resumir y entender mejor las elucubraciones.

Cristià Serrano