El rey pequeño

Opinión:

Si algo se agradece en una novela histórica es el entusiasmo con el que el escritor desmenuza y recrea la vida de sus protagonistas, como vive cada uno de los argumentos con los que suma paciencia intenta transmitirnos todos y cada uno de los acontecimientos que se dieron en el periodo elegido.

Situarse y hacernos partícipes de un convulso siglo XII no es tarea fácil, pues la división de reinos de los últimos siglos y los conflictos familiares en las sucesiones dejan un mapa difícil de entender, con varias disputas entre ellos además de la continua amenaza de los vecinos europeos por el norte y los almorávides y almohades por el sur.

Antonio Pérez Henares salva la situación con nota por dos razones: por no dejarse seducir eliminando datos en su relato y por imaginar un hilo conductor con unos personajes de ficción que se nos antojan sacados de la realidad, teniendo la sensación de que realmente existieron y de que formaron parte de la historia y de la biografía del rey pequeño.

Un rey que toma su apodo de forma espontánea, porque de bien pequeño ya se sabía, o se pretendía, que fuese él, y no otro, el sucesor que reinara sobre todos a pesar de su corta edad con el nombre de Alfonso VIII. Pero hasta llegar a la mayoría de edad necesaria, se verá inmerso en una larga aventura de la que también será protagonista Pedro el Pardo de Atienza; al que también conoceremos desde niño, viendo como sus vidas se emparejan desde que huyen juntos ayudados por los Lara y evitando el cerco de los Castro.

En este periodo es inevitable encontrarse con la presencia y los enfrentamientos de las Casas de los Castro y de los Lara, ambas pretendiendo hacerse con los favores y la educación del futuro rey, lo que les pondría en clara ventaja con su rival. Así, León y Castilla forman parte principal de la novela siendo sus enredos, en los que también participan Portugal, Navarra o Aragón, uno de los motores que mayor tensión aportan al relato.

Y mientras tanto la amenaza del sur va tomando fuerza, las pequeñas batallas y escaramuzas se suceden, es constante el cambio de manos de un castillo y los campos arrasados se siembran de muerte en vez de trigo. El destino del rey pequeño no será otro que reconquistar las tierras usurpadas y expulsar a los moros de al-Ándalus.

A través de Pedro el Pardo de Atienza y su familia podremos recrear la situación en la península, el comercio de los recueros, las obras arquitectónicas, la convivencia de las religiones, los festejos donde destacaban los juglares y una suculenta trama de intriga con algunos miembros de la Orden de los Calatrava, además de los servicios que prestará al rey en la sombra y de su aventura personal.

La parte de ficción complementa a la perfección la más histórica mostrándonos unos personajes que, junto a la población de Atienza, nos traslada a una época de progreso e innovaciones. Siendo Toledo uno de los centros de mayor auge y que mejor representa el futuro que para sí querían todos los castellanos.

Una novela que, a caballo entre el ensayo novelado y la ficción de aventuras, nos lleva de la mano para conocer a un rey entregado a su pueblo y conseguir así la unidad de todos con el único objetivo de enfrentarse con acierto a los avances del sur como ya lo hicieron sus antepasados con sus gestas.

Un relato con el que se aprende lo necesario y se disfruta con su contenido.

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