El rayo dormido

Opinión:

Todos llevamos un rayo dormido dentro. Algo que nos ha ocurrido, quizá no demasiado grave pero sí importante, que se queda dentro de nosotros, va cambiándonos y estalla cuando menos lo esperamos. Ésa es la idea de la que parte Carmen Amoraga para afrontar esta historia doble que se mueve entre dos tiempos y en diferentes espacios: por un lado, el intento de recuperar una amistad perdida por parte de Carmen y Natalia y, por otra, la investigación que esta última lleva a cabo sobre dos hombres unidos por un mismo apellido pero diferentes destinos. 

Son, precisamente, los personajes uno de los grandes logros de esta novela. Se trata de personajes verosímiles, adaptados a las circunstancias que les tocó vivir y dibujados con el cariño y la precisión de la mejor autora. Son personajes imperfectos, cotidianos, que guardan en su interior ese rayo dormido sobre el que han construido nuevas vidas, pero que permanece latente, quizá esperando su momento para prender por dentro y, quién sabe, tal vez volver a cambiar sus vidas. Algunos son héroes no reconocidos, como Antonio, el miliciano que formó parte de de la Nueve, la primera unidad francesa, compuesta por españoles (de ahí su nombre) que entró en París para liberar la ciudad de los nazis. Otros son héroes reconocidos o, al menos, canonizados, como José Emilio, el cura que comparte pueblo y apellido con Antonio, hallado muerto durante la Guerra Civil. Natalia será quien trate de resucitar a ambos, a través de una investigación histórico-periodística que devuelva la verdad a los dos. ¿Pero quién resucitará a Natalia? ¿Podrá hacerlo su amiga Carmen, su amiga del alma, la que un día se fue de su vida sin más explicaciones y ahora pretende volver a encontrarse con ella, tras contactar a través de Facebook? 

Son historias entrelazadas que tienen en común el despertar el rayo dormido que se escondía en cada uno de los protagonistas, recuperando pequeñas y grandes traiciones (históricas o personales), forjando nuevos perdones y giros de la memoria. 

La memoria está muy presente en una novela que, como decíamos, se mueve en dos coordenadas temporales diferentes: el presente y el segundo cuarto del siglo XX. Gracias a las peripecias de Antonio, la autora recorrerá buena parte de los hitos históricos del periodo: desde los momentos previos a la Guerra Civil hasta la II Guerra Mundial. Este eje temporal se superpone, gracias a los testimonios que va recogiendo la periodista Natalia para su investigación, con los sucesos que tienen lugar en la realidad actual, ofreciendo una nueva perspectiva de los acontecimientos pasados y llevando hasta la novela hechos de la actualidad, como el auge de las redes sociales, el reemplazo de la comunicación directa por el teléfono o el ordenador, la crisis económica (y su incidencia en un sector como el del periodismo, uno de los más castigados) o la soledad a la que nuestra sociedad condena a nuestros mayores. Todos estos temas ubican la novela en las coordenadas temporales propias del siglo XXI pero también humanizan la obra, dejando entrar en ella ideas y reflexiones sobre el ser humano en los albores de la era digital. 

En cualquier caso, humanidad no le falta a esta novela. Los sentimientos, los recuerdos, las vivencias, las personas ocupan el primer plano de la narración, hasta tal punto que lo que se nos ofrece no es una sucesión de batallas o anécdotas bélicas, sino el trasfondo del hombre en guerra, así como las pequeñas guerras cotidianas en las que todos nos vemos envueltos. En el fondo, es una oda a las personas, frente a las ideologías; un cántico a lo personal, frente a lo doctrinario; a las acciones, frente a las ideas. 

Periodismo, historia y literatura se dan la mano en esta novela, creando un estilo múltiple que incluye diferentes técnicas narrativas, desde el diálogo o la entrevista, hasta la narración en primer persona, en pasado o en presente, el género epistolar (en este caso, a través de mensajes en Facebook) o el uso de una tercera persona tan omnisciente que revela al lector la resolución de varias historias, fin que hasta los propios protagonistas desconocen. 

Carmen Amoraga nos invita a redescubrir la Historia a través de las historias, a indagar en las causas de la infelicidad, a escudriñar las vidas felices en busca del ingrediente mágico capaz de sostenerlas, a profundizar en los orígenes de la heroicidad y, en definitiva, a rastrear los fundamentos de la existencia humana.

"El rayo dormido"   es uno de esos libros que te atrapa, que sin recurrir a las artimañas de los misterios escondidos ni de los finales de capítulo trepidantes, te va llevando de una página a otra, de un capítulo a otro, hasta que te das cuenta de que ya has leído la mitad. Una novela bien construida y dosificada, con una trama muy interesante, temas que hacen pensar y unos personajes que no se olvidan fácilmente. Unos personajes tan heroicos o tan mezquinos como cualquiera de nosotros. 
  
Lidia Casado