el primer día

Opinión:

Marc Levy es dueño de una prosa sencilla, cercana y, hasta cierto punto tierna, que consigue introducirte en la narración con apenas un par de páginas de lectura; y lo logra sin tener que echar mano de los tan socorridos asesinatos truculentos a los que estamos habituados. Su escritura es como una brisa fresca en verano: llega, te envuelve y no deseas que se vaya.
 
Y, a pesar de que nos cuenta la historia de amor entre sus dos protagonistas, no es una novela romántica. No de la forma habitual. Y, aunque relata un viaje por medio mundo para desentrañar el misterio que responda a las preguntas de los protagonistas, tampoco es un verdadero thriller. Es una novela que mezcla la aventura con el amor, una obra en donde dos personas intentan conocerse a sí mismas y entre ellas, al tiempo que pretenden desvelar la importancia de una simple piedra para encontrar las respuestas a sus preguntas. Es una especie de camino iniciático que los llevará más lejos de lo que nunca habrían podido soñar. "El primer día" se encuentra a medio camino entre la novela de iniciación, la romántica, de aventuras y el thriller.
 
Sus personajes están tan próximos a nosotros que podrían ser cualquiera de nuestros amigos: uno de aquellos que decidió perseguir su sueño escolar a toda costa y nunca se rindió a pesar del esfuerzo y los años de sacrificio. Seguro que conocemos a alguien que lo hizo. Por eso, Keira, Adrian, Walter… nos resultan tan próximos y creíbles. Y todo ello a pesar de que el autor no suele describirlos. Con la excepción de Walter, el amigo de Adrian, no ofrece una descripción física de los dos principales protagonistas. Al finalizar la lectura, te percatas de que no sabes de qué color son los ojos de Keira, o de si Adrian es calvo o, por el contrario, goza de una magnífica mata de pelo. Pero no importa, la maravilla de la prosa de Marc Levy es que, sin describirlos, consigue que el lector los tenga delante. A través de sus diálogos y de sus acciones logra que se haga una idea clara de cómo es cada uno sin necesidad de conocer su aspecto físico.
 
Resulta deliciosa la manera en que sabe plasmar la famosa “flema” británica a través del humor de Adrian. Sin embargo, el papel que representan su madre y su tía en la novela, dos ancianas griegas, es enternecedor, con un humor contagioso que muchos habremos sufrido en nuestras propias carnes gracias a la inventiva de algún vetusto familiar.
 
He disfrutado con la frescura de sus diálogos y con su naturalidad. Son sublimes, y no porque digan cosas bellísimas o inolvidables (que también), sino porque son como la vida misma, porque con ellos el autor sabe retratar a los personajes, sus acciones, lo que sienten y piensan. Apenas si necesita hacer acotaciones del estilo “se retiró el pelo de la cara” o “miró largamente al infinito” para que el lector sepa lo que está haciendo el personaje; su gran valía como narrador es que, sin ellas, logra hacerlos visibles.
 
Sé que algunas veces los lectores elegimos los libros por la portada, o por el resumen de la contra. "El primer día" puede conducir a confusión ya que ni una ni otro se corresponden en realidad con lo que nos vamos a encontrar dentro: una maravillosa historia que merece la pena leer. Y, discrepo de la frase de portada que dice “una historia de amor como nunca te la han contado”, porque no es solo una historia de amor, es más que eso: es la búsqueda de la propia identidad, la búsqueda del otro y, finalmente, la búsqueda de los propios sueños.
 
La novela, sin embargo, no es totalmente redonda, contiene algunos pequeños errores que el lector sabrá perdonar al autor dada la maravillosa historia que nos está narrando. Entre ellos se encuentra algún cabo mal atado, que prefiero no contar para no desvelar la trama.
 
Para el recuerdo, dejo algunas frases; pero no conviene olvidar que no es un libro de frases inolvidables, es un libro que cuenta una historia inolvidable.
 
“No son ni la mujer ni el hombre los que tienen que ser ideales, sino lo que quieren compartir juntos”, página 226.
 
“Lo imprevisto esconde a veces tesoros inesperados”, página 345.
 
“Perder a alguien que uno ha amado es terrible, pero lo peor sería no haberlo encontrado”, página 480.
 
Y estamos de enhorabuena. El final queda abierto porque habrá, al menos, una segunda parte. Sin embargo, el lector no podrá sentirse defraudado porque el autor ha cerrado la primera de una forma magistral.

Gemma Nieto