El peligro de estar cuerda

Opinión:

Me va a costar mucho no contar todo lo que me ha mantenido atrapada en este libro pero, para ser honesta, tampoco podría, porque el contenido es tan grande, tanto, que es imposible reducirlo. Por eso es tan importante leerlo, porque el trabajo de Rosa Montero es ingente. No me extraña que se haya pasado tanto tiempo leyendo y documentándose para escribirlo.

Es más, una de las cosas que más me ha atraído es que salen gran cantidad de escritores y escritoras con esbozos y retazos de sus vidas, o frases extraídas de algunos comentarios o de sus libros, y no se puede aquí mencionar a todos. Pero tampoco está mal que sepáis que por estas páginas se encuentran Sylvia Plath, Virginia Woolf, Franz Kafka, Mary Shelley, Fitzgerald, Emily Dickinson, Doris Lessing… (estos puntos suspensivos representan a muchísimos autores) y, por supuesto, ella misma.

Dos de las protagonistas de las que más se habla (o al menos esa impronta ha quedado en mí) son Emily Dickinson y Sylvia Plath, y con ellas me mantuvo enganchadísima. En serio, decir enganchada es decir poco. Las conocía como autoras, no como lectora de sus obras, y como suelo olvidar las vidas personales de los demás, en el caso de haber sabido algo de lo que cuenta Rosa Montero, lo había olvidado seguro. Y en "El peligro de estar cuerda" he descubierto dos mujeres sabias, complejas, traumatizadas y tan interesantes que no podía despegarme de sus páginas y de sus vidas.

Doris Lessing también es bastante protagonista, de hecho el libro se cierra con una entrevista que le realizó en su casa, y descubrir su Diógenes me ha sorprendido muchísimo. Claro que mentiría si no dijera que me han sorprendido todas las taras mentales, o podas, o cortocircuitos de clableado de todos los autores que aparecen aquí, no por ser crítica con ello sino por sorpresivo, por desconocimiento.

Pero una de las historias más alucinantes -amén de las de Plath y Dickinson- tiene que ver con una autora neozelandesa, Janet Frame, que estuvo a un paso de sufrir una lobotomía y que se salvó por un libro. No es solo por eso, es por toda su vida… es absolutamente alucinante la capacidad que tiene la mente humana de recomponerse en un momento dado a pesar del sufrimiento físico y mental. Para mí, las tres mencionadas en este párrafo, son las grandes protagonistas de este conjunto de vidas y locuras junto a la propia autora. Son las que más me han tocado la fibra.

La locura y todo tipo de variantes dentro de ella (la depresión, los tocs, los suicidas, los intensos…) así como las estancias en psiquiátricos (lobotomías y electroshock incluidos) navegan en cada una de las olas que rozan este barco.

Es muy curioso porque puedes pensar que no tienes nada que ver con lo que lees y, al menos en mi caso, me he visto reflejada en más de una ocasión. No estoy en el grupo de las intensas pero sí en otros (y aquí incluyo tanto la enfermedad mental como la creatividad), y estoy segura de que quien más, quien menos, si no se ve reflejad@ sí reconocerá la personalidad o conducta de otros en estas páginas.

Sea como sea, Rosa tiene un sentido del humor fantástico, y hace que a veces la tragedia que te mantiene con el ceño fruncido se transforme en una sonrisa. De hecho dos cosas más caracterizan este libro: ese sentido del humor tan cercano, y la defensa de ser diferente. Más que curioso es saber que al final los raros son los normales porque somos más los diferentes que los normales, si es que existe alguno.

Hay mucha poesía también en el libro ya que son bastantes los poetas que habitan estas líneas, y, de vez en cuando, alguna que otra fotografía en blanco y negro del archivo de Rosa Montero.

En un momento dado Rosa Montero confiesa que hay algo de ficción en su libro, y yo apuesto por que la suplantadora de identidad es esa narrativa ficticia, porque de lo contrario... fli-po. Si no sabes de qué hablo lo mejor es leerse el libro.

Súper recomendado para prácticamente todos los públicos. Van a sorprenderse.

Anika Lillo