El país escondido

Opinión:

En esta novela Martín Abrisketa consigue, con brillantez, narrarnos dos historias en una. Por un lado, en tono de cuento, la historia de Maggie y su abuelo. Ambos viven en un mundo de fantasía. La niña se refugia en sus dibujos con el convencimiento de que, por arte de magia, son capaces de convertirse en realidad. El Alzheimer del abuelo también le mantiene al abrigo, no siempre agradable, de un mundo propio. La necesidad de encontrar a la madre de la niña, para que los servicios sociales no les separen, les embarca en una aventura hacia el exterior de "su castillo".

De este deambular por su ciudad con la esperanza de obtener información que les lleve hasta ella comienza la segunda historia: la del Bilbao de los años ochenta,  presentada sin juicios ni partidismos. Son sus personajes y sus vivencias quienes nos muestran, desde distintas perspectivas, la realidad de este período de nuestra historia más reciente. El Bilbao de los atentados, de las protestas callejeras y las cargas policiales contra manifestantes, de la violencia, que llegó a convertirse en algo tristemente cotidiano; también, de otra forma de violencia más silenciosa, pero igual de implacable, como es la drogadicción.

Con gran talento, Abrisketa, a veces desde el humor, consigue integrar estos dos mundos de tal modo, que el relato no pierde inocencia ni calidez. Al contrario, acentúa estos rasgos, porque nos los muestra a través de la mirada de Maggie, que es limpia y cándida, incapaz de calibrar realmente los peligros que la rodean en alguna que otra situación y, en otras, asustada e impotente, como la niña que es. Nos conmueve, tanto ella, como sus amigos, el vecino y un fantasma, con esa ternura que inspiran los niños que tienen que asumir asuntos impropios de su edad, que en infancias normales no les tenía que tocar vivir. También nos estremece el trágico pasado del abuelo.

Mención especial merecen las ilustraciones que acompañan a esta historia. Las ha realizado Isabel Holgueras que, como apunta el autor, "posee un cromosoma de más en su ADN" y estoy totalmente de acuerdo con él cuando considera que este cromosoma constituye un tesoro. Sus dibujos representan los de Maggie con un simbolismo y una intensidad que, no solo no interrumpen el hilo narrativo, sino que lo refuerzan. ¡Enhorabuena, Isabel!

Finalmente, subrayar que, a pesar de que la novela retrata los distintos dramas personales de sus protagonistas, nos deja con la grata sensación de que si nos paramos a conocer un poco al otro, resulta que es más lo que nos une que lo que nos separa.

Blanca Barbero