El orden de la memoria
Título: El orden de la memoria
Título Original: (El orden de la memoria, 2009)
Autor: Salvador Gutiérrez Solís
Editorial:
Destino
Colección: Áncora y Delfín
Copyright:
© Salvador Gutiérrez Solís, 2009
© Ediciones Destino, 2009
Edición: 1ª Edición, 2009ISBN: 9788423341559
Tapa: Blanda
Etiquetas: género negro drama novela dramática policiaca literatura española psicópatas
Nº de páginas: 304
Argumento:
Entre la correspondencia diaria, Eloy Granero recibe un
sobre que contiene una fotografía. Es una imagen que reconoce
perfectamente, que de hecho jamás ha podido olvidar, pero que
asalta ahora de pronto la tersa superficie de su vida, una vida de
éxito y poder como presidente de la empresa familiar de la que es
heredero. Sólo Claudia, la propietaria de la tienda de fotografía
en la que Eloy revela sus carretes desde hace más de
veinte años, puede haber tenido acceso a esa imagen. Sólo Claudia,
la incolora e insignificante Claudia, tal vez tenga en sus manos el
desvelamiento de un hecho terrible, y con ello la clave
para restablecer el relato de la vida de Eloy.
Las oscuras pasiones, la perversión y el desamparo, la inanidad e incluso un tímido intento de redención, se suceden y se ordenan revelando una existencia que ha transitado la línea de sombra, y a cuyo dibujo, párrafo a párrafo, nos aproximamos cautivados por una indecible fascinación.
(argumento editorial)
Opinión:
"El orden de la memoria", la última obra
de Salvador Gutiérrez Solís, me
ha parecido una novela excepcional -una de las mejores que he leído
este año sin duda - por varias razones:
La primera de ellas, porque consigue algo tan difícil como un
equilibrio perfecto entre contenido y forma en una historia en la
cual confieso me sentí atrapado desde prácticamente las primeras
páginas. La novela me gusta porque la historia tiene mucha
enjundia, es entretenida, amena y se lee muy bien, pero también
porque está narrada con una claridad meridiana, con suavidad, sin
estridencias, en un tono que me atrevería a definir como "pacífico"
aunque no por ello menos virulento o demoledor. Creo sinceramente
que la novela fluye estupendamente y que presenta algunos hallazgos
muy brillantes, como el hecho de que el personaje principal
interrumpa con algún comentario breve (muy breve) lo que el
narrador nos cuenta o el hecho de que Gutiérrez Solís opte por
lo que yo llamo - evocando al gran Hergé - una "línea clara"
narrativamente hablando.
En segundo lugar, me encantan los personajes. El protagonista
principal de la historia, eje central de la novela, es Eloy
Granero, un hombre que prácticamente nació con un pan debajo del
brazo, una suerte de "Ciudadano Kane" de Todo a 1 €.. Capítulo a
capítulo se nos va desgranando la peculiar biografía de este
sujeto, dueño de "Almacenes Granero", un negocio familiar con
sucursales en toda España (y parte de Portugal) que heredó tras la
muerte de su padre sin oponer resistencia alguna. Lo importante
para él es el orden y una afición: la fotografía. Guarda en una
cantidad innumerable de carretes sin revelar cada uno de los
momentos de su vida porque para Eloy, "la fotografía es el orden de
la memoria". Da la impresión de que toda su existencia ha sido un
"dejarse llevar" y padece de una apatía crónica, una especie de
aburrimiento existencial con el que ha aprendido a convivir y que
tampoco le molesta demasiado. Pero en esta biografía en la que no
parece haber grandes sobresaltos ni sucesos de excesivo interés, de
pronto descubrimos un punto oscuro, un hecho brutal y terrible que
protagonizó con su primo Rafa y que lo ha marcado de por vida. Sin
embargo, este suceso no le atormenta demasiado - le obsesiona pero
no le atormenta - y lo que le preocupa más bien es no sentir el
menor remordimiento. Curiosamente, y al menos en mi caso fue así,
el personaje está descrito de tal manera que no me provocó la menor
antipatía aunque tampoco llegué a solidarizarme con él. Y esto es
gracias a Salvador Gutiérrez Solís, que
a lo largo de la novela ha conseguido que conozcamos "sus razones"
y podamos llegar a entenderlo. Tampoco produce lástima o pena su
situación. Su existencia alcanza, eso sí, un grado de patetismo del
que somos conscientes los lectores pero quizá no tanto Eloy.
Claudia es la co-protagonista de la historia, dueña de la tienda a
la cual acude desde siempre Eloy a revelar sus carretes de fotos.
De alguna forma, esta mujer solitaria conoce toda la vida de éste a
través de sus fotografías y ha imaginado que vivía con él muchas de
las situaciones o momentos retratados: viajes con cada una de sus
mujeres, fiestas o celebraciones... En cierto modo, ella se siente
como una suerte de esposa, fiel, paciente y sumisa, estableciendo
en su mente una relación sentimental inexistente en la realidad
(algo que de lo que ella es consciente) pero que le ha ayudado
todos estos años a sobrevivir y a llevar con más ilusión su propia
existencia.
Alrededor de Eloy pivotan otros personajes pero sin duda Claudia es
el más importante o trascendente de todos. Estos "actores
secundarios" nos ayudan a conocer a Eloy: su primo Rafa, su amigo
Taylor, su hermana Laura, su madre etc. Todos ellos nos ayudan a
encajar las piezas de un hombre aparentemente gris y sin interés
pero con muchos recovecos, mucho que ocultar y mucho que
aparentar.
La tercera razón - y algo que considero fundamental para catalogar
a una novela de excelente - es que se trata de una novela
absolutamente imprevisible. Mientras la leía no hacía más que
preguntarme: "Y esto ¿cómo va a terminar?", porque la verdad es que
no se me ocurría cuál podía ser el desenlace de la historia, en qué
podía desembocar finalmente todo. Y efectivamente, en ese sentido,
el final rompe cualquier esquema previo que uno se puede hacer. No
es que sea sorprendente o alucinante. Lo que choca precisamente es
esa naturalidad con la se resuelve (o no se resuelve, quién sabe)
el asunto. Había muchas formas de terminar esta novela; pues bien:
Gutiérrez Solís no opta
por ninguna de las soluciones típicas y tópicas de la novela negra
o policíaca. Tampoco se decanta por un final melodramático, llorón
o exagerado. Sorprende, pienso yo, por eso precisamente, porque
rompe moldes.
Pero lo mejor de todo es que El orden de la
memoria es de esas novelas que uno siente que tengan
que terminar. De hecho, ralenticé intencionadamente la lectura de
los últimos capítulos por ese motivo, para que no se acabara, para
que permanecieran en mí un poco más los personajes, la trama, las
reflexiones...
Finalmente, El orden de la memoria admite
-es aconsejable y necesario que sea así - una lectura profunda en
la que se nos invita a reflexionar sobre el paso del tiempo y en
general sobre cómo construimos nuestra propia existencia. En toda
vida de una persona existen momentos transcendentales de los cuales
depende lo que será nuestro futuro, el devenir de nuestra vida. Con
frecuencia, se nos ofrecen varias opciones y uno - mitad a ciegas,
mitad por intuición - va tomando decisiones. En realidad, la
existencia humana no es más que un intentar encontrar cuál es
nuestra misión en la vida, para qué estamos aquí y que coño tenemos
que hacer para ser felices. En el caso del protagonista de la
historia él opta quizá por la solución más cómoda: heredo el
negocio de mi padre y ya tengo la vida resuelta. Sin embargo, esta
decisión es la que rige el rumbo de su existencia y ya no hay
vuelta atrás.
Joseph B Macgregor
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Comentario de los lectores:
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