El obrador de la esperanza

Opinión:

Una "dulce" historia de emociones donde se entremezclan las características del género acuñado como feel good (positiva, fácil de leer, ligera, pero con sustancia bajo la superficie), con pinceladas de psicología, como no podía ser diferente, porque Montse Cazcarra, su autora, es psicóloga y deja marcada claramente su dedicación en el campo. Con una dedicatoria para "aquellas personas que han perdido la esperanza y quieren recuperarla", enfatizando el "quieren", nos adentramos en una panadería familiar regentada por la abuela Esperanza, y Júlia Malvar, nuestra protagonista, quien lleva el peso del negocio debido a la avanzada edad de su abuela, pese a haber estudiado también psicología, lo que a primera vista resulta curioso. Entre sus páginas la conoceremos y entenderemos, pero no excusaremos, que haya hecho de ese lugar un "templo de pan, cruasán y cafés".

Júlia es una joven de 35 años con una gran mochila de miedos y de inseguridades. Ella sola se ha creado un manojo de conflictos internos que la impiden avanzar, sentimental, laboral y emocionalmente. A pesar de ser una soñadora empedernida y montarse continuamente sus propias películas, encadena desengaños amorosos uno tras otro; tiene el síndrome de la impostora tan acusado que nunca se atrevió a ejercer su profesión, puestos a decir, "cómo iba a ejercer su profesión si ni siquiera podía ayudarse a sí misma"; y el que puede ser el mayor de sus conflictos, la relación con su madre que dejo a cada lector que juzgue por sí mismo. Todo esto mezclado da lugar a una mujer que prefiere quedarse en terreno conocido, cuando en el fondo es solo la excusa perfecta para no intentarlo y engañarse a sí misma.

En paralelo tenemos al segundo actor en escena, Bruno Martin, quien tampoco estará en su mejor momento; su matrimonio está roto y acaba de perder a su madre, un varapalo que hará que se tambaleen los cimientos de su vida. Tendrá sus propios frentes abiertos, sus inseguridades, sus expectativas no cumplidas y el poseedor de un secreto familiar que le traerá algo de cabeza.

Júlia y Bruno se reencontrarán, pues ya se conocían cuando eran adolescentes, y se entra en la trama principal con ellos, inevitablemente, recordando, no sin pudor, esa relación de cuando eran unos críos y vuelves a verte con el paso del tiempo y es todo muy raro, y te da vergüenza, especialmente si no eres ni la sombra de lo que esperabas, y te pones una coraza, como lo hace Júlia para mantenerse a salvo y en su caso ser coherente con lo que piensa por una vez en su vida. Pero, sentimientos y razón raramente van de la mano. Viviremos con ellos la nueva relación entre ambos, entre la nostalgia del pasado y el nuevo presente; la transición en la vida de Júlia a los cambios que ella se permita; los de Bruno, quién está mucho más abierto, y, entremezcladas, dos subtramas independientes que son fantásticas y, personalmente, mejor que la de ellos, que es un poco cliché.

Es la historia de ambas madres, la de Bruno y la de Júlia. La primera una historia de secretos para los que un hijo puede que no esté preparado para descubrir porque "la verdad es difícil de sostener" aunque, según vayamos conociendo, es fácil inferir el tierno final que nos recordará a una mítica canción y a la que al final se hará referencia para el que no lo intuya; y la segunda, una mujer con su propia historia, aunque los hijos pensemos que las madres son como entes que no sienten. Nos da pudor conocer a nuestras madres en todas sus facetas. Pero ¿sabemos si son o fueron felices?; ¿conocemos de verdad cómo sienten lo que han vivido? Eso que ahora se lleva tanto de perseguir los sueños, ¿ellas han tenido la vida con la que soñaban de niñas? Porque ellas también fueron niñas... Puede que la mayoría de nosotros digamos que "no" y eso de que "eran otros tiempos", qué injusto. Para mí, estas tramas han sido más reveladoras que la principal; te hacen pensar que damos por sentado que tendremos toda la vida por delante para decirles eso que postergamos sin saber por qué, y cómo nos arrepentimos por no haber actuado cuando ya no están.

Volviendo a la historia, a Júlia la acompañarán Nina, su hermana, que será su opuesta, más entusiasta y sin tantos miedos, sus amigas, la abuela que será una pieza clave, y su madre; y a Bruno su padre y su hermana, personajes algo más desdibujados; y contendrá los tópicos de este tipo de género: amigos de la adolescencia que se reencuentran años después y vuelve a saltar la chispa, el quiero y no puedo; relaciones familiares complejas, adioses muy sentidos, con una estructura dual entrelazándose los capítulos de Júlia y de Bruno con sus historias que a veces confluyen y otras veces no; y, entre todo ello, intercalando alusiones a diversas prácticas de psicología y speechs propios del ámbito.

Es una lectura muy ligera que puede transportarnos al pasado de cada uno, a recuerdos que están adormecidos en algún lugar de nuestra memoria y vuelven con viveza y, con ellos, a las emociones que provocan las cuales, aviso, pueden ser difíciles de gestionar si traen tiempos mejores a los actuales. Trata de responsabilizarnos de nuestras decisiones y de dejar atrás las excusas; de reparar vínculos y/o vincularnos de forma sana con los demás; de aprender qué o a quién dejas entrar en tu vida; de cuándo decir adiós cuando llega el momento; de que, en el camino de la vida, lo importante no es llegar a un sitio, sino lo que pasa entre medias y nosotros reconocerlo. En resumen: 

"¿Qué es la literatura sino un pretexto para entender mejor lo que nos sucede en la vida real?".

* Publicado por Ediciones B.

Belén Flores