El objetivo del crimen
Título: El objetivo del crimen
Título Original: (L’objectiu del crim, 2017)
Autor: Xulio Ricardo Trigo
Editorial:
Ediciones B
Colección: La Trama
Copyright:
© X. R. Trigo, 2017
© Ediciones B, S. A., 2017
Traducción: Francesc Reyes CampsEdición: 1ª Edición: Febrero 2017
ISBN: 9788466658195
Tapa: Blanda
Etiquetas: Barcelona asesinatos fotografía policiaca II Guerra Mundial literatura española novela secuestros abusos sexuales Dresden
Nº de páginas: 384
Argumento:
Con doce años, y apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, Erika Ernemann, aprendiz en la fábrica de cámaras Contax, es secuestrada, con su madre y doscientas personas más, por el ejército ruso. Los soviéticos han decidido que sólo con los técnicos y operarios alemanes lograrán poner en marcha la fabricación de una réplica de las Contax, las Kiev.
Años después, en 1961, Erika viaja a Barcelona como miembro de la policía alemana. Los asesinatos de dos mujeres jóvenes le recuerdan demasiado los métodos de sus secuestradores, los momentos terribles que vivió en su adolescencia. Con la ayuda del comisario Casajoana, intentará averiguar lo que ha ocurrido.
Opinión:
Erika Ernermann, el nombre tras el que se oculta la verdadera personalidad de la protagonista y también inspiradora real de la novela, se refiere a esta novela como parte de una serie. Me resulta fácil suponer que sea así, pues hay bastantes flecos en su historia personal que han quedado fuera de este libro, como para proporcionar suficiente material que llenen más libros.
"El objetivo del crimen" avanza en paralelo en dos líneas temporales diferentes, que se alternan dentro de cada capítulo, avisando al lector del salto de una a la otra con el tipo de letra, normal contra cursiva. Lo que sí mantienen es la misma secuencia en cada capítulo.
Una transcurre en los años posteriores a la II Guerra Mundial, desde 1945 hasta 1953, primero en Dresden (Alemania) y luego en Kiev (Ucrania), donde Erika ha llegado junto con su familia y otras personas como operarios, aunque lo cierto es que son tratados como prisioneros, de una fábrica de cámaras fotográficas que han preparado los soviéticos.
El diario de Erika de esa época, donde destaca casi siempre los detalles más notables, aunque también hay sitio para alguna escena más rutinaria, es un testimonio, bastante duro y desgarrador por la crudeza de los hechos contados, vividos en persona por la protagonista. Un sufrimiento que marca de manera indeleble el desarrollo posterior de su vida, tanto en su carácter como en su comportamiento, sin que los recuerdos la abandonen nunca.
La segunda línea temporal se desarrolla en marzo de 1961. Es la trama policíaca y en la que Erika vendrá desde Berlín a Barcelona para intentar resolver unos asesinatos que podrían tener una relación estrecha con su propia vida anterior. A veces con la colaboración de la policía española, otras por su cuenta, saltándose el estricto protocolo impuesto por unos mandos que se sienten ofendidos por su participación, que consideran una injerencia inadmisible, por extranjera y, sobre todo por mujer.
Hasta aquí todo bien. Tampoco es que pueda objetar nada de lo que pueda ocurrir allende la frontera, más que nada por puro desconocimiento. El problema viene cuando la trama recrea algunos aspectos de la Barcelona de marzo de 1961 que resultan sospechosamente actuales.
Que me encuentre con la Rambla del Raval (original catalán) y la Rambla del Barrio Chino (deplorable traducción al castellano) resulta cuanto menos chocante si tenemos en cuenta que ese espacio se abrió en el año 2000, después de derribar unas cuantas construcciones y que desapareciesen las calles Cadena y Sant Jeroni..
O como que haya un momento en el que un personaje monte en el metro de la línea verde, la verdad es que tampoco me cuadra. Ni siquiera si me dijese que era la línea III, ya que en ese entonces la denominación correcta era Gran Metro y terminaba su recorrido en Lesseps, que es hasta donde pudo llegar nuestro personaje, aunque es posible que el autor se haya guiado por la estructura actual, bastante más prolongada, de la línea de metro para acercarlo más a la clínica Quirón, por cierto, ¿se trata de la ubicación original o de la posterior? Aunque eso, a estas alturas, ya es lo de menos.
Y otra cosa más: denominar en esa época (1961), incluso más tarde también, "comisaría" a las instalaciones de la policía en el edificio de Vía Layetana, podía proporcionar una visita guiada a las dependencias interiores para que el susodicho saliese de su error por la vía rápida.
Lo siento, "El objetivo del crimen" podía haberme resultado una buena novela policíaca, pero no ha sido esa la impresión recibida, por una parte porque deja cosas en el aire sin que venga a cuento (que, según mi costumbre, no desvelaré) y por otra por esos mencionados problemas con las localizaciones, que solamente pasarían por alto quienes no conozcan de primera mano la ciudad de Barcelona, sobre todo si han vivido su transformación urbanística desde mediados del siglo XX.
Selin
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Comentario de los lectores:
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