El náufrago de la Gran Armada

Opinión:

Son muchos y variados los puntos de interés que han hecho que le preste la máxima atención a esta novela.

Ante una Inglaterra empobrecida, que como último recurso se dedicaba al saqueo de nuestros barcos en las Antillas a manos del cruel capitán Drake, robándonos el oro y la plata, expoliando y dedicándose al contrabando, con la complicidad de su reina Isabel I y la ayuda de los comerciantes de Londres que financiaban tal empresa. Cádiz, Portugal y La Coruña serán los próximos objetivos que encenderán la mecha que espoleó a Felipe II para la gran invasión.

La ejecución de Maria Estuardo precipitan las decisiones que en ningún momento son las más acertadas. Urge un plan de ataque que se compondría de ciento treinta naves armadas, dos mil cuatrocientas piezas de artillería y treinta mil hombres con el destino de invadir Inglaterra. La Armada, en manos de los aristócratas designados por el rey, se debilita al no contar con sus mejores almirantes al frente de ella; lo que da una ventaja a los ingleses que se acrecienta con la red de espías por la que conocen nuestros recursos y debilidades, y los momentos oportunos de nuestras actuaciones. Una amplia de red de espías en Londres, de poco sirven cuando en la península hay además aliados encubiertos, así, los preparativos para el gran ataque de la Armada española es ya un secreto a voces en toda Europa.

Entre la red de espías nos encontramos con una vieja amiga, la princesa de Éboli que, enemistada con el rey tras su encierro, intriga cuanto puede para desbaratar los planes de ataque de éste y por otro lado consigue que llegue información al enemigo, gracias a gente próxima, como lo fue su dudosa relación con Antonio Pérez, secretario de Felipe II, y el enfrentamiento con el secretario de Juan de Austria, Juan de Escobedo; aunque ambos comerciaban con los secretos de Estado al mejor postor.

Con estos ingredientes es difícil pasar por alto cada uno de los momentos que nos va narrando el autor, y aunque a veces las distintas voces que la componen se repiten, no hacen más que confirmar todo lo que en la novela va saliendo a la luz, aportando también los ejes por donde se movían todos los integrantes de esta desafortunada expedición.

Entre cartas epistolares y una gran documentación, se aprecia una narrativa histórica en la que no faltan ni las intrigas, entre aristócratas y secretarios del rey, ni la gran aventura vivida por Francisco de Cuéllar cuando regresando de su naufragio y encarcelado por la perdida de su nave, es enviado de nuevo a Irlanda con una misión que preocupa al rey y que podría desestabilizar más, si cabe, a la corona.

Lo cerca que estuvimos de obtener la victoria naval y lo lejos que quedamos de conseguirla, todo, por culpa de los intereses personales de los aristócratas al mando de la Armada y de los tercios de Flandes, de la abundancia de espías que además de enfrentarse al rey miraban para su propio bolsillo, y de la única fe del rey creyendo que ser el pueblo elegido por Dios nos defendería y nos daría la victoria contra la pérfida Albión.

Una trama para comprender mejor que le pasó a nuestra Armada Invencible, que siendo superior a la inglesa no supo aprovechar sus momentos de debilidad y se vió reducida a astillas junto con miles de hombres que perecieron en sus aguas o a manos de los ingleses cuando intentaban ponerse a salvo.

Una novela para leer con calma, disfrutando de los conocimientos que el autor ha puesto a nuestro alcance.

Porlomenix