El mito del paraíso andalusí

Opinión:

Aproximarnos al pasado, pese a la perspectiva -no siempre ventajosa- que el tiempo concede, representa un arduo esfuerzo. Convertir nuestros pasos en palabras, verbalizar el acercamiento a una etapa pretérita -sea o no lejana- es un reto que llega a generar incomprensión e incluso rechazo en la opinión pública. En este sentido, "El mito del paraíso andalusí" corre el grave riesgo de sufrir críticas por el tono de su discurso historiográfico, tendente a resaltar los sucesos y comportamientos más oscuros de los dominadores islámicos.

El mito del paraíso andalusí cumple su función como visión complementaria de la historia, ayuda a redefinir determinados hechos y a reabrir líneas de investigación cerradas u olvidadas. Asimismo, cuestiona verdades que parecían inamovibles. Desafortunadamente, el aire revanchista desmerece el conjunto: ni hubo ni habrá cristianos buenos y musulmanes malos; sólo hombres y mujeres que actuaron movidos por un alto sentido de justicia o por las más bajas pasiones. En la mayoría de los casos, se vieron condicionados por la época en la que vivieron, por la dinámica socioeconómica y religiosa de aquella. En cualquier caso, ejercer de jueces o de verdugos no nos corresponde.

Los interesados en la historia de la España medieval y los amantes del mundo andalusí encontrarán en la obra de Fernández-Morera una lectura complementaria y novedosa que, con todos los peros, es recomendable. A quienes carezcan de conocimientos previos, desde la absoluta humildad, les aconsejaría consultar obras de carácter general antes de atreverse con este volumen.

Su esfuerzo documental es extraordinario, intachable, y permite al lector acercarse a la cara menos amable de los musulmanes peninsulares. Sin embargo, cuando el historiador se deja arrastrar por esa tendencia simplista y maniquea que reduce a los protagonistas de la historia en buenos y malos, las páginas se leen con amargura -este ha sido mi caso-.

Jorge Juan Trujillo Valderas