El mejor escritor de su generación

Opinión:

La verdad es que no he encontrado esa novela hilarante que se promete en la contraportada, pero sí ese punto irónico que destroza convenciones sociales tan arraigadas como la familia, o asuntos tan mercantiles como el mundillo editorial. Pero todo esto es secundario, porque esta obra ofrece al lector una visión irónica de cómo el sentimiento de culpa está normalmente sobrevalorado, porque la vida es demasiado complicada para echarle demasiadas cuentas.

Sin el desapego a las cosas importantes de la vida, el protagonista no hubiera podido afrontar tanta simulación. Bonilla conoce bien el oficio, mostrando gran habilidad con ese personaje atribulado que sufre sin excesivo padecimiento, salvo el que habita en su secreto y privado universo tan mental como cotidiano.

Su alergia al contacto actúa como un aviso de su lugar en el mundo, un jardín cerrado en el que cualquier roce se ve como una agresiva invasión y las sensaciones necesitan ser protegidas de miradas furtivas. Una soledad vivida intensamente por culpa de un mundo exterior que se muestra pertinaz en el acoso de su zona de confort, que se ve asediado por seres de fuerte carácter que le someten a una agitación constante.

Esta ficción da pistas de un desasosiego común en estos tiempos, porque la satisfacción, además de efímera, suele ir acompañada de la apariencia, la convención y el simulacro. Sólo la burla tiene efectos terapéuticos, actuando como un bálsamo que restañe de los empujones de la vida, porque la experiencia no es más que un cúmulo de dudoso efecto.

Como dice el protagonista, la certidumbre agota, hasta el punto de envidiar esas sensaciones que a otros le "agrandan el alma". Un individuo que teme pertenecer a una raza distinta de lectores, que prefiere encontrar en los textos cosas que el lector no ha hecho pero le gustaría hacer. Un empeño romántico con el que quiere involucrar al lector en su propia historia, porque quién no ha soñado o se ha visto tentado con un relato, incluso para algo tan próximo como un estado de fingimiento cotidiano en una sociedad intolerante con lo singular, con lo diferente, con lo imprevisto, para sobrevivir en ese universo privado sin reglas de la imaginación.

Esta novela tiene un punto canalla que la convierte en una afortunada anomalía en el paisaje narrativo, que no induce a la risa desbocada, sino a algo mucho más peligroso, una sonrisa cómplice e irónica. Pasen y vean, disfrutarán con la historia del mejor escritor de su generación.

Jorge Riet