el mapa y el territorio

Opinión:

La nueva obra de Michel Houellebecq sorprende, y por muchos motivos. En primer lugar y a diferencia de otros libros anteriores, llama la atención por su factura convencional (al menos en su primera parte), aunque en el fondo, se trate de una novela netamente contemporánea, tan posmoderna como sus libros más célebres. De esta manera aporta una forma de escritura tradicional, pero introduce todo tipo de pensamientos críticos e ideas sobre el mundo y el hombre moderno, que acercan el texto por momentos al ensayo. Nada nuevo en el autor francés, por otra parte; sin embargo, en esta ocasión el autor se muestra más comedido en su ironía, menos corrosivo en su sarcasmo, su discurso es menos ácido y letal. La bomba argumental no estalla… o al menos no lo hace con las consecuencias de antaño.
 
Por otro lado, la novela ha sorprendido por la inclusión del propio autor en la trama, y no de una manera secundaria precisamente. Houellebecq se ha divertido al caricaturizarse como muchos de sus detractores le imaginan: como un misántropo, una persona solitaria y huraña, maniática, caótica y alcohólica que pasa el rato entre la autocompasión y los dibujos animados de la Fox.
 
Además, también sorprende la tercera parte del libro, en la que la historia cambia de género hacia el negro, a través de la investigación policial de un truculento asesinato, en lo que supone un interesante giro argumental.
 
Sin embargo, personalmente lo que más me ha sorprendido son los momentos de ternura, que también los hay, personificados sobre todo en la relación entre Jed Martin y su padre, un arquitecto jubilado con el que cena cada navidad y con el que tiene muy poco que decirse. Esta relación nos dará pistas sobre el carácter del protagonista, su incapacidad para empatizar con los demás (amén del galerista Franz y la bella Olga) y de nuevo servirá al autor como vehículo para hablar de los temas que le interesan: la crisis del hombre moderno y su vacío espiritual, el fin de lo artesanal en detrimento de lo funcional, la crítica al capitalismo y su carencia de humanidad, la muerte, la creación artística y su representación, la soledad, etc.
 
Se trata pues, no sólo de la obra brillante de un autor provocador, sino sobre todo de una de esas novelas que servirán de referencia en el futuro para entender la sociedad de hoy. Una sociedad compleja de la que Houellebecq realiza un retrato tan despiadado como certero, y que necesita de más obras como esta, repletas de lucidez, ironía, inteligencia y crítica.
 
Por supuesto, y como suele ser habitual en Houellebecq, la novela ha venido acompañada de polémica, en este caso por quienes le acusan de plagio de la Wikipedia en algunos pasajes. Quizás algunos se tomaron demasiado en serio los agradecimientos finales del autor, que menciona la famosa página de internet como fuente de inspiración.
 
No obstante, dicha polémica no le impidió ganar el Goncourt, uno de los premios literarios más importantes de Francia, y cuya simbólica recompensa económica (la dotación asciende a diez euros) se identifica con las premisas que el escritor defiende en la novela. Claro que el prestigio que otorga el premio influirá en el aumento de ventas, lo que genera una contradicción que de todas maneras nos parece de lo más “houellebecquiana”. A leerla, pues.
 
Jorge Borondo