El maestro de Petersburgo
Título: El maestro de Petersburgo
Título Original: (The Master of Petersburg)
Autor: J. M. Coetzee
Editorial:
Mondadori
Colección: Literatura
Copyright:
© J. M. Coetzee
© Random House Mondadori, 2004
Traducción: Miguel Martínez LageEdición: 1ª Edición, Septiembre 2004
ISBN: 9788439710431
Tapa: Blanda
Etiquetas: Rusia literatura australiana novela suicidios terrorismo siglo XIX literatura sudafricana Dostoievski
Nº de páginas: 240
Argumento:
Un novelista ruso vuelve Petersburgo para conseguir que la policía le entregue las cosas personales de su hijastro Pavel que se ha suicidado, y se encuentra con la sorpresa de que, según la policía, pertenecía a una asociación terrorista y revolucionaria. ¿Se trata de un suicidio en realidad? A partir de aquí se entremezclan toda una serie de vivencias, recuerdos, obsesiones, pesadillas y desesperos que atrapan al protagonista y también al lector.
Opinión:
Txema
Mi encuentro literario con Coetzee, autor que me era desconocido, ha
sido profundamente satisfactorio. La primera novela que he leído de
él me ha parecido extraordinaria, a pesar de que el tema que trata
es difícil de desarrollar. Coetzee se mete de lleno en la piel y,
lo que es más difícil aún, en la mente de uno de los mayores genios
de la literatura universal: Fiodor Mijailovich Dostoievski, que es
además, dicho sea de paso, uno de mis autores imprescindibles. El
reto es complicado porque Dostoiesvki fue un personaje también muy
complicado. El resultado es una obra difícil, con unos personajes
extraños, casi diría que retorcidos y llenos de obsesiones.
Creo que Coetzee ha debido ser, o
posiblemente siga siendo, un gran lector y conocedor de la obra
dostoievskiana porque, a lo largo del relato, muchos de los
personajes que salen a "escena" parecen sacados de las novelas del
autor ruso.
La impresión que produce es como si el mismo Dostoiesvki estuviera
siendo el protagonista y la víctima de una de sus propias novelas.
Sufre, en sí mismo, las obsesiones, en este caso por la muerte de
su hijastro, que él hizo vivir a otros en sus obras. Hasta ese
extremo llega el grado de complicidad, la imbricación, de Coetzee con su personaje. A veces, a
lo largo del relato, cuesta creer que no estamos ante otra de las
obras maestras escritas por Dostoievski. Hay una contraposición
permanente entre la vida y la muerte, entre el terror y la
misericordia, entre la ética y la amoralidad, en definitiva entre
el bien y el mal.
Surge así una galería de personajes representativos de cada una de
estas posiciones vitales. Los protagonistas de Coetzee tienen vida propia, pero
están indefectiblemente unidos por el nexo de la sicología del
escritor ruso. La perfecta descripción de las personas y de los
lugares responde al típico estilo de Dostoievski. Y las
situaciones, contadas con detalle, también. Hay casos muy cercanos:
la conversación-interrogatorio que sostienen Dostoievski y el
inspector de policía Máximov, se asemeja a los interrogatorios que
el inspector de policía de Crimen y castigo efectuaba a
Raskólnikov. Máximov sigue el mismo procedimiento, el mismo método
e incluso se recrea en el mismo tipo de discurso, sosegado, amable,
como la araña que va a atrapar a la mosca.
La novela recrea el ambiente agobiante de Petersburgo en los años
finales del siglo XIX, la miseria, la sordidez, incluida la que
afecta a relaciones humanas, la desesperanza y el pesimismo secular
que ha caracterizado al pueblo ruso. Rusia y su modo de vida, su
destino están presentes de forma permanente. Cada personaje es una
parte esencial de Rusia.
Hay, sin embargo, algo que choca, a mí por lo menos, en el
comportamiento que Coetzee atribuye a Dostoiesvki,
aunque posiblemente el premio Nóbel tenga una autoridad mucho mayor
que la mía para hablar de él. En mi opinión Dostoiesvki no hubiera
mantenido una relación sexual con Anna Sergueievna (dueña del
cuarto de huéspedes donde se aloja). Esta actitud hubiera sido una
contradicción con su visión de moral de las relaciones
interpersonales. Repito que es una opinión personal y basada en un
conocimiento no excesivamente profundo del personaje. Quizá sea una
concesión al erotismo, algo que se percibe en muchos momentos a lo
largo del relato. Un erotismo a veces rayano en la paranoia.
Anna Sergueievna es otro personaje típicamente dostoievskiano. Una
mujer madura, pero todavía atractiva, viuda de un impresor, que
alquila cuartos a huéspedes. En este caso no se trata de una vieja
usurera como en Crimen y castigo, pero la situación es la misma.
Anna Sergueievna representa el caso de la tópica mujer rusa que
"deja hacer" por un cierto sentido de la caridad, como el propio
Dostoievski-ficción llega a comprender. Se podría decir que Anna
Sergueievna es la esperanza, el clavo ardiendo o la tabla de
salvación a la que se quiere aferrar Dostoievski a fin de eviatar
su propia destrucción. Es un personaje clave en la novela. Puede
ser sensible y despectiva, amar u odiar en un breve lapso de
tiempo, pero siempre es un referente.
Otro de los personajes esenciales es la hija de Anna Sergueievna:
Matryona. El papel de esta niña es recordar a Dostoievski que
existen las normas, que existe la ética y que él la está rompiendo,
que la está pervirtiendo. Es la mala conciencia del protagonista la
que se refleja en actitud de la niña hacia Dostoievski, en su
hostilidad, en su rechazo. Es más la actitud del protagonista hacia
la niña resulta una extraña mezcla de erotismo no disimulado y
protección paternal.
Y finalmente Nechaev, el terrorista. Este personaje es uno de los
típicos nihilistas y anarquistas que abundaron en la Rusia de final
del siglo XIX. Es un descreído absoluto, no tiene afectos por nada
ni por nadie y sólo tiene como fin la revolución, entendida como un
proceso de destrucción de todo lo que existe, aunque ni él mismo
sepa si este proceso revolucionario conduce a algo mejor, si la
destrucción sólo generará más destrucción.
Nechaev no tiene escrúpulos y nada le une a la humanidad, por lo
que no tiene el más mínimo inconveniente en sacrificar a todo aquel
al que considere necesario. Es el revolucionario en el sentido
absoluto y demoníaco de la palabra. Su encuentro con Dostoievski y
el dialogo que mantienen es uno de los mejores momentos de la
novela.
Se oponen en él, dos visiones del mundo, de la vida, de la
existencia. Se enfrentan el bien y el mal y, por lo que parece, es
finalmente Nechaev quien sale triunfador y Dostoievski
derrotado.
Por supuesto Dostoievski, derrotado, logra recuperar los papeles
personales de su hijastro pero no sabe sí su muerte fue un
suicidio, asesinado por la policía o por el propio Nechaev. Pero
esto ya no le importa.
En definitiva una obra compleja, que necesita una lectura atenta y
relajada, con personajes muy complicados y que profundiza sobre la
naturaleza humana para crear un cierto desasosiego.
Manué
Turbadora novela, trata sobre la angustiosa negación a la muerte de un ser querido, sobre el deso que ese ser amado resucite para hablar contigo por última vez, sobre la obsesión de intentar averiguar y descifrar las posibles señales que ese ser querido te mande. Tremendamente bello es la parte de la novela en la que el padrastro se come la cabeza intentando descifrar cuales pueden ser las señales que le manda su fallecido hijastro, ¿será por medio de un mendigo que se le encuentra varias veces en un día? ¿será por medio de ese perro cuyos ladridos te despiertan en medio de la noche?. El comisario político, la mujer que le alquila una habitación y su hija son personajes muy bien construidos, me aburrí con las conversaciones que mantiene el padrastro con el joven revolucionario amigo de su hijastro.
No es un best-seller, es una novela que se lee con interés pero saboreándola poco a poco, dura. Me alegro de habe descubierto a este autor. La recomiendo.
Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com
Comentario de los lectores:
Si te gustó este libro, también te puede interesar...
- La hija de la criada Barbara Mutch Alianza
- La hija del Reich Louise Fein Espasa
- Última llamada. Vuelo CWO764 Laura Falcó Lara Edhasa
- Últimas tardes con Teresa Juan Marsé Seix Barral
- Ópalos de fuego Elizabeth Haran Ediciones B