El libro de los enigmas de Sherlock Holmes

Opinión:

Cuando era jovencita yo soñaba con ser Sherlock Holmes. Pero no uno cualquiera. Yo soñaba con ser el Sherlock Holmes interpretado por Basil Rathbone. Conforme fui creciendo, quise ser como Sir Arthur Conan Doyle, su creador. Entre ambos me han proporcionado grandes y privilegiados momentos de lectura… y de cine.

Las dotes deductivas de Holmes siempre me han dejado impresionada, del mismo modo en el que imagino lo estuvieron sus primeros seguidores a finales del siglo XIX. A pesar del poco cariño que Conan Doyle le tenía a su personaje - al que mató y se vio obligado a resucitar a petición de los fans - no hay duda de que forma parte del imaginario popular. Aún hoy su figura sigue inspirando libros y películas de gran éxito.

Tal vez seamos muchos más de los que imagino los que alguna vez quisieron convertirse en el famoso detective, y tal vez por eso Grijalbo ha publicado El libro de los enigmas de Sherlock Holmes. En él todos sus fans disponemos de la oportunidad de encasquetarnos su sombrero de cazador, cebar la pipa, limpiar la lupa, y ponernos a pensar.

Para empezar, la edición es una preciosidad. Cubiertas de símil piel, hojas gruesas en sepia oscuro, detalles decorativos, y unas ilustraciones absolutamente maravillosas. Y es el propio Doctor Watson quien nos da la bienvenida y nos invita a resolver alguno de los 150 acertijos que componen el libro, cuyas soluciones debidamente detalladas figuran al final.

Rompecabezas, problemas matemáticos, adivinanzas, o cuestiones de lógica se plantean al lector a través de los diálogos entre el detective y el doctor, consiguiendo que nuestras neuronas se pongan a trabajar de inmediato.

Los casos se dividen en cuatro niveles de dificultad: elementales, sencillos, ingeniosos o endiablados… y nos obligan a utilizar todas nuestras dotes deductivas para resolverlos.

Entretenido, ilustrativo y didáctico, este libro es todo un acierto, un magnífico regalo para cualquier aficionado a las aventuras del detective.

Yo, por mi parte, lamento decir que tal vez, después de todo, no habría sido un Sherlock Holmes muy brillante.

Aunque, a lo mejor, aún puedo ser un buen Doctor Watson.

Pilar Alonso Márquez