El juramento de Isabel

Opinión:

Gortner nos ofrece una visión de la historia de España humanizada y entrañable, sin escatimar en la crudeza y sinrazón de muchos de los sucesos que tuvieron lugar entre la muerte de Juan II de Castilla y la toma de Granada por los Reyes Católicos.

Precisamente "El juramento de Isabel" comienza con la muerte de Juan II de Castilla, la subida al trono de su hijo Enrique, quien ascendería como Enrique IV, y el exilio de Isabel, Alfonso y su madre en un castillo anodino en Arévalo, completamente alejado de la corte.

El libro se divide en un prólogo y cinco partes bien diferenciadas, en las que se hace referencia a cada uno de los hechos más importantes de la vida de Isabel.

La novela está narrada en primera persona por Isabel I de Castilla, quien nos relata los hechos históricos desde su punto de vista dotándolos de sentimientos y haciéndo comprender al lector sus contradictorias decisiones. De esta forma no sólo nos aporta una visión parcial de los hechos, pues la propia reina es protagonista de los mismos, sino que también nos muestra sus sentimientos, sus deseos escondidos, sus temores, sus esperanzas y sus sueños.

Conoceremos a una Isabel más cercana y humilde que tomará decisiones acertadas e incorrectas, una reina sensata y con corazón, que lucharía a muerte por el bienestar de sus hijos, que sabía cuál era su lugar, que tenía alma y que también podía sentir rencor.

La historia nos presenta a Isabel y Fernando como una pareja perfecta, unida e ideal. Sin embargo, el autor nos ofrece una visión de estos jóvenes reyes como una pareja normal, con sus discusiones, sus enfrentamientos, su amor y sus pasiones. Esposos y amantes que disfrutaban de la vida conyugal a pesar de su posición y de las rencillas eternas entre Aragón y Castilla.

A lo largo de la novela conoceremos de cerca a otros personajes históricos que tendrán bastante protagonismo en la misma como Beatriz de Bobadilla, íntima amiga de Isabel, el arzobispo Carrillo, el cardenal Mendoza, el rey Enrique, la reina Juana, etc.; también participarán otros personajes de la época como meros secundarios, porque no podían faltar, como Cristóbal Colón o Torquemada.

La novela termina en el año 1492, poco después de la toma de Granada y cuando Isabel decide expulsar también a los judíos de España.

A lo largo del libro encontraremos numerosos hechos históricos conocidos y personajes reales, pero también abundan personajes ficticios que sirven para apoyar al autor en la narración de la historia y de transición entre algunos sucesos determinados. Sin embargo, los entendidos verán que en algunas ocasiones se cambian algunas fechas o se adaptan lugares para dar más ritmo e intensidad a lo que se cuenta. Privilegios de los que, afortunadamente, el autor no se aprovecha mucho, ya que la historia es, en su mayoría, bastante fiel a la realidad prácticamente conocida por todos.

Lo que más me sorprendió es ver a una una reina preocupada por su pueblo y por las mujeres, una reina que quería que todos tuvieran conocimientos, a una reina casi obligada a tomar las decisiones más dramáticas por las que luego sería recordada.

Es una historia con un ritmo arrollador ya que los hechos se suceden uno tras otro sin dar descanso al lector, obligándole a leer para descubrir como solucionará los problemas a los que se enfrenta la joven Isabel en su intento por mantener la unidad de un reino dividido. Además la multitud de escenarios debido a la corte itinerante de los reyes ofrecen un gran dinamismo y una visión amplia de lo que era gobernar un territorio tan extenso.

Estamos ante un libro imprescendible para todo aquel al que le guste la novela histórica, donde veremos a una Isabel niña ir evolucionando y madurando hasta convertirse en la mujer que consiguió que Europa la contemplase admirada, que supo enfrentarse a todos sus oponentes y dejar huella en la historia, para bien y para mal.

Ante todo recordar que estamos ante una ficción histórica, pues aunque los hechos son reales y verídicos, las situaciones y diálogos son puramente inventados, pero ¿quién dice que no pudo ser así?

Mila L. Castelo