el jardin de las dudas

Opinión:

Con esta pequeña maravilla, Fernando Savater fue finalista del premio Planeta en 1993, un tiempo en el que el dichoso premio aún no había adquirido los tintes estúpidamente mediáticos que hoy día, salvo honrosas excepciones, muy honrosas y muy escasas, le caracteriza.

Savater no pretendió con esta joya otra cosa que homenajear a uno de sus pensadores de cabecera, el grandísimo, ingeniosísimo, anticlerical y laico Voltaire, reencarnándose literariamente en él para dar, con sus misivas, un rayo de esperanza, de iluminación y de cultura de la buena, aquella que por encima de todo se propone no aburrir, a una pobre dama agobiada por la mugrienta España del XVIII, de mucho toro y poco libro, que otro "afrancesado" de la época, Goya, tan fielmente reflejó en sus cuadros.

El libro se lee con el pasmo que provoca la alianza de la belleza y la inteligencia. Es como abrir una ventana al aire más puro de las montañas, ese que te revitaliza al sentirlo correr por tu rostro, por tu cara; como beber el agua más limpia de un arroyo el día más caluroso del verano.

Es tanta la inteligencia que Savater derrocha en sus páginas, tantas las máximas sabiamente administradas ("Entre los españoles, es principio absoluto hacer siempre lo que se ha hecho el día anterior y hacerlo de la misma manera en que siempre se ha hecho"; "La Santa Inquisición vela continuamente en este país por nuestra salvación eterna, de tal modo que el que no quiere salvarse aquí, está perdido"; "Los fanáticos quieren que se les tema y aceptan que se les odie, pero no se resignan a que se haga reír a su costa"; "Pretendo iluminar a los hombres, no deslumbrarlos"; "Nadie es más fácil de ridiculizar que quien a toda costa se empeña en ser respetado"; "La incredulidad es la base del conocimiento"), que no me he querido resistir a citar algunas de las muchas perlas de sabiduría que contiene este librito maravilloso.

Cuando, además, en una parte del mundo el fanatismo, la imbecilidad y el orgullo idiota están provocando una matanza, libros como éste son más necesarios que nunca, como el lugar al que recurrir para no volvernos definitivamente locos.