El ingenioso hidalgo

Opinión:

Álvaro Bermejo compone un relato de ficción donde aúna la historia imaginaria del pintor entremezclado con la escasa documentación histórica, la recreación de sus pinturas en el momento de realizarlas, la literatura, elementos cercanos a la fantasía y los encuentros místicos que podrían ser fruto de su adicción a los bulbos de Persia.

El relato ofrecido por el Greco nos habla de todo aquello que no está escrito y que él, viendo llegar el último suspiro, se empeña en sacar a la luz. La misma que le acompañó en sus trabajos, preocupado siempre por darle ese toque genial a sus cuadros y por el que podemos entrar a formar parte de ellos.

Su obra se va descomponiendo en la novela dándonos una versión del significado de cada uno de los trazos, de los personajes en los que basaba sus historias; siendo muchas veces una la oficial para contentar a sus pagadores y a la doctrina impuesta por la iglesia católica y otra la verdadera, la que él tenía en su cabeza y la que en Toledo se le empezó a encargar por medio de una secta que buscaba representación por medio de mensajes ocultos.

Una trama de misterio entorno a los familistas, donde veremos aparecer a personajes como Cervantes, Lope de Vega o Góngora, que nos acerca a las injusticias cometidas por Felipe II, preocupado por sus guerras para instaurar el cristianismo, perseguir otras culturas y alejarse cada vez más del pueblo encerrándose en el Monasterio de El Escorial.

En Venecia con Tiziano, en su viaje por Moldavia o en Roma al servicio del Vaticano, siempre quiso aprender y emular a los grandes artistas como Miguel Ángel o Tintoretto, conocer sus técnicas y crear libremente bajo su propia filosofía, incluso lo prohibido. Una vida en constante rebelión contra todo y contra todos, una búsqueda en la que tiene que compartir la hipocresía de cuanto le rodea, adaptándose al modo de vida de la nobleza y a los desmanes de la Iglesia.

Miguel de Cervantes juega un papel importante en la novela, apareciendo en los momentos justos y provocando el empuje necesario para acometer su carrera, primero como aprendiz a las órdenes de Tiziano y más tarde para realizar los quiebros a la Inquisición de Felipe II abriéndole las puertas de Toledo y después de la Corte asentada en el Escorial. Sus hidalgos, Dulcineas y demás componentes del Quijote, son compartidos por ambos e implicándonos en distintas similitudes entre arte y literatura. Amenas coincidencias, bien trabajadas por el autor, que consiguen dotar a la novela de un aura de fantasía que el lector agradece.

En el apartado de las mujeres con las que compartió su vida nos encontramos con cuatro historias llenas de emoción y que contribuyen a marcar el perfil del Greco condicionándole en su obra. Cada una de ellas coincide en el tiempo con los distintos lugares donde se formó y desarrolló sus trabajos y hacen que el hilo conductor de su biografía sea interesante; asistiendo así a su crecimiento como persona y su continua transformación anímica y profesional.

El ritmo de la narrativa y la integración del esoterismo, como ya lo hiciera en "El amante de Nefertiti", resultan seductores y ayudan a comprender cada uno de los lienzos. Sus aclaraciones sobre "El expolio", "El entierro del Conde Orgaz" o "El caballero de la mano en el pecho" nos empujan a buscar los cuadros para visionar los detalles y recrearnos con cuanto de ellos se nos cuenta.

La aparición de don Quijote y Sancho en uno de los capítulos es, por la conversación que mantienen con el Greco, el episodio que mejor resume el ingenio de ambos artistas empeñados en construir un mundo diferente. Una lectura para saborear mientras descubrimos a uno de los pintores extranjeros con mayor reconocimiento en la España del Siglo de Oro.

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