El hombre de la máscara de espejos

Opinión:

De nuevo nos encontramos ante un caso muy delicado con asesinos, uno serial, y otros por pura maldad y vicio. Y cómo no, Nieves Abarca y Vicente Garrido nos proporcionan muchos ratos para sufrir. Es curioso, pero yo no sufrí especialmente con el rollo de las películas snuff, ni con la situación de Valentina, probablemente porque mi mente racional me dice que es ficción, pero hay dos escenas en particular que me pusieron enferma porque ahí vi una realidad terrible: cuando los hombres, aprovechando su superioridad o su poder de manipulación, deciden vejar a las mujeres… y no es en las películas snuff, leitmotiv de esta novela. Así que ya veréis a qué me refiero cuando leáis la novela. Las chicas con las que sufrí fueron Victoria -con su novio- y Lúa Castro, que de nuevo aparece en esta novela. Y es que Lúa y Valentina se han hecho muy amigas después de lo que pasaron en Roma.

Durante la novela se dejan caer relaciones como la nombrada, o la de Valentina y Sanjuán, o hechos como el enfrentamiento al asesino en serie llamado el Artista que aparece en el volumen anterior. Quienes hayan leído las otras novelas conocerán muy bien de qué hablan los autores, pero quienes lleguen al libro sin haber leído los anteriores no tendrán problemas porque estos antecedentes nombrados les sirve a los lectores para situarse: entenderán por qué Valentina y Sanjuán están como están, por qué Valentina y Lúa (inspectora y periodista) son tan amigas, etc. Es decir, se podría leer por separado y entender muy bien todo. Eso sí, el que haya leído el anterior verá una relación más entre este nuevo asesino y el final del libro anterior. A mí me hizo correr, nada más acabar el libro, a "Martyrium", para comprobar que lo que había leído sí tenía que ver con aquel otro final.

La novela está llena de acción e investigación, sin abandonar las relaciones personales ni los personajes importantes, pero introduce a uno nuevo en esta investigación que nos caerá bien: un viejo ladrón de guante blanco ya retirado que ayudará a Lúa y tiene su atractivo en su personalidad.

La historia engancha tanto como las anteriores, se disfruta y se sufre, se devora y se degusta. Es como un buen plato de comida en el que encuentras, de vez en cuando, algunas pequeñas bolitas de pimienta negra que rompen la armonía del degustamiento porque quiere ofrecerte emociones fuertes. Y lo consigue. Vaya si lo consigue.

De nuevo enhorabuena a Nieves Abarca y a Vicente Garrido, y gracias por no haber bajado el listón. Es lo que esperamos siempre los lectores habituales de trilogías o sagas, y con este libro lo tenemos.

Anika Lillo