el hechizo de caissa

Opinión:

Para alguien como yo que está terriblemente hechizado por la Diosa Caissa, resulta muy complicado no estar atraído irremediablemente por una novela cuyo protagonista fundamental en la trama de la misma es el juego del ajedrez. No obstante, precisamente esa condición de ajedrecista me convertirá en un duro juzgador de la obra pues pediré explicaciones (tal como haría un peón en h6 a un alfil en g5) cuando determinadas decisiones/jugadas del autor no estén de acuerdo con la base del plan/argumento de la misma y que por ello puedan desvirtuarla.

La historia en si engancha pues está en principio bien construida, a lo que hay que unir la nobleza y el corazón del protagonista que nos seducirá, y su fragilidad y soledad que nos enternecerá. Querremos con sincero cariño a su verdadero y único amigo, Matías, y no sabremos qué sentimiento nos brotará por su eterna amiga Sandra.

El misterio de la historia se mantiene hasta el final, pues en alguna medida ni siquiera al terminar de leer el libro termina de aclararse plenamente, o al menos yo no consigo descubrirlo.

No ocurre lo mismo con la partida que comienza con el inicio del libro y que es el hilo argumental que antecede a la historia en cada capítulo. Es ciertamente previsible y antes del final tengo claro cómo terminará la misma, aunque quizás deba reconocer que pueda ayudarnos el que cada vez conozcamos mejor al protagonista.

Con todo ello la obra se lee muy fácil, se disfruta y es de interés, pero no puedo evitar comentar una serie de detalles que entiendo en cierta medida hacen que la obra  pierda las grandes posibilidades que tenia pues le restan credibilidad. En primer lugar creo que la obsesión por el juego por parte de Marcos y Adrian, y del resto de chicos no está bien planteada al menos en relación al nivel de juego. A mi entender y conocimiento para que los dos chicos tengan esa obsesión debían tener en ese momento una mayor profundidad, pues el juego milenario va atrayendo de manera proporcional a cómo vamos desvelando sus secretos. En segundo lugar no entiendo porqué el joven se aficiona al ajedrez en un cutre bar lejos de su casa  y no se plantea, en pleno Madrid, en ningún momento apuntarse en uno de los muchos Equipos dispersos por la capital. Ello además con el objeto de jugar con jóvenes de su edad. En tercer lugar considero totalmente increíble que el joven Adrian renuncie a una prometedora carrera de Ingeniero por unos estudios de menor nivel, sobre todo por el trasfondo; es decir que no lo abandona por ser mejor jugador de ajedrez, estudiar y jugar (que también) que podría ser lo lógico, sino principalmente por dar clases gratuitas cuyo objetivo es fundar un equipo de ajedrez. No me parece creíble, y ello sin tener en cuenta unos hechos desconcertantes, como que su padre, otro jugador obsesionado por el ajedrez, es multimillonario y desconocemos a qué se dedica y cómo permite que su casa se convierta en un Club de Ajedrez todas las tardes. Por último es decepcionante que el autor, ajedrecista que se precie, vaya relatando una partida antes de cada capítulo y finalmente no la reproduzca. Si no consideró importante el hacerlo se equivocó, y si la partida no es real y todo fue un invento, el error fue absoluto pues siempre cada partida aun de una historia inventada, tiene que basarse en las leyes del ajedrez.

Raúl Borondo García