el fondo del cielo

Opinión:

El fondo del cielo es una fábula hecha poesía (que como aclara muy bien el propio autor, no es una novela “de” ciencia ficción sino “con” ciencia ficción). Fresán vuelve a destacar por su manera  libre y personal de narrar la historia que nos cuenta, su ambición por renovarse, y sobre todo la calidad y precisión de su escritura.
 
El libro se compone de tres partes que funcionan interconectadas y es justo decir que la primera de ellas, la más larga, cuyo título es “Este planeta”, supera en calidad a las dos que la siguen y parece constituir, en sí misma, una rotunda y acabada novela de 149 páginas. No es que falte interés o brillantez en las dos partes finales, que a su vez explican y desvelan los muchos secretos y claves de la primera y tienen momentos tan altos como la tremenda historia del soldado norteamericano desorientado en los desiertos de Irak o el desgarro de un amor tan imposible como el que la narradora desgrana en las últimas páginas. 
 
Fresán utiliza estrategias narrativas de la ciencia ficción, pero no está, como suele estarlo el género, interesado en el futuro, sino en el pasado. De hecho, toda la novela se narra como si el futuro ya hubiera ocurrido. En la segunda parte esto se hace más claro.

La historia gira en torno a la vida de tres personajes, escritores de ciencia ficción, unidos desde niños por el amor a las revistas y libros de ese género: Isaac Goldman, su primo Ezra Leventhal y la enigmática chica rara, desequilibrada y hermosa a la vez. Goldman es hijo de un rabino que, al enviudar, se atormenta y trastorna. Impresionan las páginas dedicadas a la niñez y adolescencia de ambos primos, con su entusiasmo infantil tan mezclado de sensación de soledad y deseo de evasión, viaje, distancia...

El libro da incluso para toda una reflexión acerca de la ciencia-ficción a través de su evolución literario-cinematográfica y apunta en qué manera había más radicalidad y revolución en las utopías de los 60 a los 80. El brillante análisis que se hace de 2001 de Kubrik merece una mención aparte. Y es también una buena manera de ver nuestros conocimientos sobre el tema, ya que da pistas sobre ellas pero no las nombra, con lo cual deberemos ir adivinando de qué película, libro o autor esta hablando.

Lo único que impide que esta obra sea redonda, en mi opinión, es el hecho de haber alargado en exceso las explicaciones del cierre final. Pero nada de esto puede enturbiar la inteligencia narrativa del conjunto.
 
Fernando Martínez Gimeno