El fin de los sueños

Opinión:

Con el sueño y las pesadillas como motivo principal, en un ambiente futurista, tecnológicamente avanzado pero con un sistema igualmente corrupto, José Antonio Cotrina y Gabriella Campbell nos cuentan la historia de un engaño que termina en pesadilla.

Esta es una novela que se lee muy bien, donde se identificarán probablemente los jóvenes a los que está destinada -especialmente en ese sueño adolescente del amor, porque la joven morena les transmite un amor enorme en sus sueños; ese tipo de amor que todos quieren y unos pocos encuentran, al mismo tiempo que les pide que sean sus salvadores haciéndoles sentir importantes a todos, pero por separado-. Pero está basado en un engaño. Esa es la cuestión. Los jóvenes se localizarán buscando información sobre la joven morena, se unirán para encontrarla, y descubrirán una granja de soñadores con todo lo feo que ello implica -y que se sabe leyendo la novela, no os lo voy a descubrir yo-.

Tenemos un monstruo, un monstruo humano convertido en un monstruo de verdad, con mayúsculas, pero no será en la vida real, sino en los sueños. Y en esta historia conectarse al sueño y desconectarse es fácil hasta que el monstruo traza un plan y lo lleva a cabo. A partir de aquí es una aventura continúa de fantasía y algo de terror (porque las pesadillas entran dentro de este género) donde los jóvenes conectados descubrirán que si el monstruo consigue su meta, mucha gente morirá. Todo queda en manos de ellos, por lo tanto tendrán que luchar. Pero ¿cómo se lucha en los sueños? Aquí es donde Cotrina y Campbell despliegan su imaginación -a Cotrina ya lo conocemos y sabemos que en este sentido está en su salsa- y nos ofrecen mundos mágicos, que pueden ser tan hermosos como terribles.

El as en la manga está dentro del sueño, porque mientras en la vida real ocurre algo que se supone puede salvarles, en el sueño, el monstruo es capaz de hacer una trampa lo suficientemente ingeniosa como para ser inmortal. No lo tendrán fácil, así que el lector disfrutará de varias batallas llenas de motivos fantásticos: pasaremos de imágenes bellas que transmiten cosas bonitas, a otras tétricas que pueden resultar espantosas. Y esto lo hacen francamente bien.

No se puede decir -o al menos yo no puedo- cómo se han repartido el trabajo Cotrina y Campbell, pero sí que está en la línea de otros trabajos del autor (él ya ha usado mundos mágicos, fantásticos, futuristas, terroríficos y oníricos en El ciclo de la luna roja o en La casa de la colina negra) y aquí tenemos mucho de eso para entretenernos unas cuantas horas.

Anika Lillo