El falso Nerón

Opinión:

Como ya es costumbre en la serie de la investigadora Flavia Albia, es en la Dramatis Personae el lugar donde vamos a encontrar las mejores pistas acerca de la novela, tanto de los personajes en sí como del papel que juegan en la siempre cuidada puesta en escena. Y es que, si algo caracteriza el inicio de cada entrega es la presentación teatral, donde ya percibimos el estilo desenfadado de la protagonista y el humor que le acompaña, a veces irónico, durante sus investigaciones.

Después de "El cementerio de las hespérides", entrega anterior donde la pareja formada por Flavia y Tiberio logran al fin casarse, el matrimonio afronta sus primeras crisis. Y lo pongo en plural porque el carácter de ambos expone, entre risas, que no se pongan de acuerdo en casi nada además de sumar el hecho de que apenas se ven, tienen una casa que gobernar a la que le faltan empleados y para redondear el clima de despropósitos Tiberio ha estado a punto de morir atravesado por un rayo; aun así él pretende acudir a los Juegos Romanos.

Y cuento todo esto porque esas situaciones son las que aprovecha la autora para continuar con su labor de profundizar y compartir con los lectores su entusiasmo por el mundo romano, pero no el de emperadores y legiones sino el de la vida cotidiana de los romanos, con sus preocupaciones, sus gentes o los distintos gremios que se abrían paso en lo que más adelante sería el gran imperio romano; en definitiva una nueva oportunidad para disfrutar del género histórico dentro de una novela de detectives.

En este caso, la autora da un paso más y se deja llevar por los hechos históricos, demasiado jugosos para dejarlos pasar, ya que se trata de recrear a los falsos nerones: hombres que actuaron por su propio interés o que fueron colocados por intereses vecinos para desestabilizar al emperador y proclamar a otro en su lugar. El tercer Nerón, impostor conocido por Flavia, tiene apoyos desde Oriente y por los partos quienes han construido una red de espionaje que ahora alberga a espías dobles y que extiende sus brazos a situaciones que vienen de lejos en el tiempo con las antiguas campañas en Asia y Britania.

Así, Flavia tendrá que solucionar dos casos diferentes: primero averiguar quienes son los impostores y después comprobar quienes son los conspiradores que están maquinando un complot. Una rigurosa y secreta investigación para la que aprovecha su condición de mujer, infiltrándose en casas ajenas y manteniendo conversaciones con una serie de mujeres que pueden tener información muy restringida dado los altos cargos que desempeñaron en algún momento sus maridos, antiguos cónsules ejecutados por Domiciano que se habrían llevado a la tumba parte de la Historia de Roma.

Una trama que, queramos o no, es una constante en las obras de ficción histórica de la antigua Roma y la cual siempre hemos asimilado como cierta y representativa de aquella época. Todo esto nos lo enreda la autora de manera sincronizada para involucrarnos en el ambiente y hacernos partícipes de los múltiples enredos, situaciones de espionaje y conspiraciones que se suceden entre los amigos y los enemigos de Roma, reduciendo el círculo del competidor.

Sin saber en quién puede confiar, Flavia Albia se enfrenta a una investigación que no tiene nada que ver con los encargos habituales de mujeres engañadas, desapariciones o robos. Lindsey Davis nos atrapa con una ágil narrativa y consigue una vez más arrancarnos una sonrisa al tiempo que nos regala una lección de historia costumbrista de Roma.

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