el espíritu del mago

Opinión:

Es un secreto a voces que Javier Negrete ya me ha deslumbrado con su prosa segura, que fluye lenta pero inexorable y que atrapa al lector desde los primeros párrafos. Y, en esta segunda parte de su Saga de Tramórea no iba a ser menos. Con un estilo más maduro, y a la vez con mayor seguridad al hablar de un mundo y de unos personajes que ya conoce perfectamente, vuelve a meter al lector de lleno en su historia de acción y de aventuras en una tierra futura.
 
Este libro, aunque es una continuación de la historia de la primera parte, puede leerse de forma independiente, ya que ofrece todos los datos necesarios para comprender tanto las acciones de los personajes como los hechos fundamentales de la trama.
 
Suele decirse que “segundas partes nunca fueron buenas” y, aunque no entiendo eso de que algo “es la excepción que confirma la regla”, en este caso, El espíritu del mago constituye esa excepción porque es una novela que crece sobre la primera para terminar desarrollándose con su propia personalidad.
 
Si de algo culpo al autor es de la elección que ha hecho de algunos nombres para determinados personajes porque no son nada fáciles de pronunciar… no obstante, como cada uno de ellos sigue teniendo características muy marcadas, el lector puede diferenciarlos fácilmente entre sí y el “problema” de su dificultad se diluye. Además, a la hora de describirlos utiliza una forma muy particular de hacerlo de tal forma que casi pueden tocarse con las manos. Por ejemplo, a uno de ellos le define diciendo que tenía “una sonrisa que no subía de los labios”.
 
En el libro también podemos encontrar, salpicadas aquí y allá, algunas frases que evocan bellas imágenes, como el caso de “sombras densas como la brea”, muy visuales y concretas, que huyen de la abstracción que otros autores gustan de utilizar y que al final, no representan nada porque nada sugieren.
 
Por otro lado, hay un experimento literario interesante dentro de la novela que reta al lector a disfrutar con él y a devanarse los sesos para intenta saber porqué está dentro de la obra. Sabiendo que Javier Negrete no da “puntada sin hilo”, estilísticamente hablando, uno se pregunta el porqué de unos pequeños capítulos que hablan sobre un hombre en un castillo esperando un mal que se retrasa en aparecer. No lo desvelaré para el lector pero, como podrá imaginar, no están insertos en la novela de forma gratuita.
 
El autor también se ha preocupado de mantener al lector informado y ha añadido a la obra un mapa de Tramórea y un índice de personajes, así como un glosario de términos. Personalmente agradezco el mapa para poder situar la acción en él, pero considero innecesarios tanto el índice de personajes, como el glosario de términos: el autor narra con tanta perfección que no son necesarios en absoluto y se sabe en cada momento de qué o de quién está hablando. 
 
Y es precisamente esa capacidad de Javier Negrete para hacer que su mundo de ficción parezca real la que hará que al lector le persigan sus personajes y sus aventuras mucho tiempo después de haber cerrado el libro. A mí no suele pasarme, sin embargo, en ocasiones veo a Kratos May cuando cierro los ojos. Son este tipo de obras, las que dejan una huella tan profunda, que terminan por convertirse en clásicos. Y, desde luego, la Saga de Tramórea pertenece a esta “rara avis” de novelas con alma que no terminan cuando cierras el libro.
 
Ahora voy a por la tercera parte, espero poder escribir la reseña en breve.
 
Gemma Nieto