el corazón de tramórea

Opinión:

Esta cuarta parte de la saga de Tramórea puede leerse de forma independiente con respecto a las tres anteriores. Su autor ofrece al lector los elementos necesarios para que pueda comprender la trama y conocer a los personajes sin necesidad de recurrir a los volúmenes anteriores. Y, por si eso no fuera suficiente, resume en 15 páginas lo más importante de la saga. Aunque el lector debería leerlos sólo por el puro placer de hacerlo, ya que no tienen desperdicio.
 
Los lectores que hayan seguido la serie descubrirán que esta cuarta parte se abre con la historia del dios Tarimán y que las 100 primeras páginas están destinadas a él. Aunque en un principio no comprendan la importancia que este hecho reviste, más adelante entenderán los porqués que han empujado al autor a hacerlo así en lugar de proseguir narrando las aventuras de Derguín y de Kratos en primer lugar.
 
Javier Negrete ha aprovechado El corazón de Tramórea para cerrar casi todos los interrogantes que se planteaban en las ediciones anteriores. Nos cuenta quiénes son los Kalagorinôr, esos magos que tienen una syfrôn; cuál es el origen de Togul Barok, emperador de Áinar y el de Derguín Gorión; el lector por fin conocerá la ciudad de Agarta y sabrá quiénes viven en Tártara, ciudad de la que procedió el primer Zemalnit de la historia… y así hasta satisfacer totalmente su curiosidad. Todo ello sin que disminuya la acción ni la atracción que ejercerá su prosa.
 
En esta cuarta entrega hay una aproximación a la ciencia ficción. Manteniendo el género de espada y brujería, o de fantasía épica, el autor se ha acercado a la ciencia ficción gracias a la física cuántica, con sus branas y su materia oscura y con todos los artefactos mecánicos y tecnológicos que consiguen que los dioses parezcan eso: dioses.
 
Lo cierto es que después de vivir sumida 2000 páginas en el mundo de Tramórea voy a echar de menos mirar el cielo por las noches y no poder admirar el Cinturón de Zenort, ni las tres lunas. También sentiré añoranza de las valientes Atagairas, de los Invictos de la Horda… y cómo no, de Derguín, de Katros, de Linar… hasta añoraré a Togul Barok.
 
En la dedicatoria que me regaló Javier Negrete, el autor esperaba que mi “estancia en Tramórea fuese al menos divertida”. Ha sido mucho más que eso, ha constituido un viaje maravilloso y extraordinario descubriendo rincones increíbles con personajes inolvidables.
 
Y, aunque Tramórea, ya salvada del caos y de la destrucción de los dioses, ha comenzado una tranquila existencia, sus aventuras han terminado para nosotros, los lectores. Javier Negrete ha dado por concluida la saga. Sin embargo, a finales de año publicará otro libro; que cuente conmigo para leerlo y reseñarlo. Ha sido todo un placer, como crítica y como lectora, poder conocer y disfrutar de su trabajo. Gracias Javier por ser tan profesional.
 
Gemma Nieto