el arte más íntimo
Título: el arte más íntimo
Título Original: (exquisite corpse, 1996)
Autor: Poppy Z. Brite
Editorial:
La Factoría de Ideas
Copyright:
Traducción de Almudena Romay Cousido
1ª Edición, Septiembre 2010
Etiquetas: antropofagia antropófagos caníbales canibalismo casquería gore horror miedo novela terror
Argumento:
Andrew Compton es necrófilo y tiene a sus espaldas más de veinte asesinatos. Jay Byrne es caníbal y también tiene una estela de cadáveres que aún no ha parado. Tran es vietnamita, joven, y se marcha de casa. Luke tiene sida y se dedica a vociferar en un programa de radio ilegal. Lo único que todos tienen en común es su condición homosexual. Así, Jay y Tran se conocerán, pero el psicópata respetará inicialmente al vietnamita. Andrew escapa de Londres para conocer, en Nueva Orleans a Jay, y habrá un enfrentamiento entre ambos pues los dos quieren lo mismo. Luke quiere recuperar a Tran antes de morir. Y mientras la novela te va contando qué hace cada uno te metes de lleno en una novela brutal donde uno de ellos será posiblemente la cena de otro.
Opinión:
Anika
Poppy Z. Brite
convierte a Bret Easton Ellis y a su Patrick Bateman en un par de
nenazas, y al genial Hannibal Lecter en un caníbal demasiado fino.
Los psicópatas que he leído por ahí parecen principiantes al lado
de los personajes creados por esta autora americana oriunda de
Nueva Orleans. La narración de los hechos es tan fría que cuesta
estar ahí, y mejor para los que no tienen estómago porque ha habido
escenas que he tenido que releer para creérmelas, y no lo digo como
incrédula, sino porque son tan fuertes algunos de esos momentos que
necesitaba releerlos para decir "joder, sí que está contando lo que
he entendido". Decir que "El arte más
íntimo" es fuerte, es decir poco. Yo no sé cómo será
el resto de su obra porque éste es el primer libro que leo de ella,
pero dudo muchísimo que alcancen tal grado de sadismo, brutalidad,
frialdad y gore. Puede que me equivoque y efectivamente, si
encuentro algo más suyo, lo leeré. Me ha dejado a-lu-ci-na-da.
Aviso: estos libros no son aptos para mentes débiles (¡no te nos
vuelvas un psicópata que esto es una novela!) o personas de
estómagos flojos.
En "El arte más íntimo" se suceden las
escenas más brutales que puedes imaginar; Poppy Z. Brite relata
orgías caníbales con pelos y señales, no se anda con chiquitas.
Además, enfrenta a dos psicópatas, uno caníbal y el otro necrófilo
(ninguno de los dos asesinos puntuales), y los une para sorprender
con un final que no podría ser de otra manera. La novela está
ambientada en el mundo más sórdido de los gays, donde el que no es
chapero es yonqui y el que no, asesino. Lo dicho, sólo si tienes
estómago y eres capaz de leer esta novela con distancia, te lo
recomiendo, porque nunca habrás leído novela igual. De lo contrario
leéte Hannibal que es super light a su lado.
Por último, como curiosidad, la portada es Wraight in ruin, retrato
de la autora, fotografiada por Jeff K. Potter, y Poppy Z. Brite se
nos presenta sugerentemente desnuda y con mirada de psicópata.
(Este comentario se refiere a la edición de 1998 de
Mondadori)
PD. Estoy recordando ahora que cuando escribí el artículo sobre
Hannibal Lecter relacionando sus asesinatos con lo que él creía
"arte", casi me tacharon de loca, y por lo que veo Poppy Z. Brite
también pensó en que en ciertas brutalidades existe -al menos para
los asesinos- arte, de ahí el título de la novela.
Anika Lillo
Fernando Martínez Gimeno
Cuando tras leer "Al acecho" de Jack Ketchum, que reseñé hace unos meses, o "American Psycho" de Brett Easton Ellis, pensaba que ya había leído algo violento hasta límites insospechados y sobre todo que pocos se atreven a llevar a historias escritas, y si bien es cierto que conocía de qué iba el estilo de Poppy, no imaginaba lo que iba a leer en esta novela, al menos en algunas escenas tan duras.
Poppy Z. Brite tiene un estilo de escritura, de contar o narrar las historias bastante agresivo y directo, si sus escenas son de destripe o de violación o incluso una relación sexual, sea del género que sea, la vamos a leer como si fuesen imágenes con todo lujo de detalles y descripciones. Pero cuidado que no estamos ante una obra de escenas fuertes metidas con calzador, ni mucho menos. Hasta en los momentos más peliagudos, la autora se destapa como una narradora excepcional, que maneja una amplitud de registros asombrosa. Consigue realizar una crítica de la sociedad desde la mirada de un psicokiller, que no sólo empieza a cuestionarse sus actos, sino que desprecia a aquellos que no comparten su manera de pensar.
La autora va intercalando capítulos en dos personas. Cuando nos está contando su llegada a los EEUU de Andrew Compton lo hace en primera persona, para que nos creamos al personaje y viajemos con él en su locura. Eso sí, su forma de huir de la cárcel me parece cuanto menos algo descabellada. Y cuando ya nos cuenta la vida de los otros personajes, todos ellos hombres, lo hace en tercera persona para que veamos desde arriba cómo es el lugar hacia el que se dirige Andrew, su entorno, sus trapicheos, sus deseos, etc. y es aquí cuando vamos viendo esas escenas escabrosas y de unas relaciones sexuales, son personajes masculinos todos ellos, con lo cual es todo en un entorno homosexual y el sexo es un instrumento, una herramienta para conseguir lo que cada uno de ellos quiere y necesita en ese momento.
Poppy Z. Brite no se esconde en las escenas delicadas, nos ofrece ya en la segunda página por dónde se va a dirigir y nos meteremos en un tobogán de emociones a flor de piel por conseguir el amor de un joven de origen vietnamita, el cual y dado su origen tiene problemas familiares con su tendencia sexual, aunque da la impresión que la utiliza para ir escalando en su estima social, y que sufrirá las consecuencias de su belleza.
Aunque es cierto que tiene escenas fuertes, no es desaconsejable acercarse a esta historia, es todo un reto para ver si vuestra mente es capaz de imaginar lo que la escritora escribe. Si lo hacemos, igual vemos que no somos tan normales como creemos. El paso a la locura es una línea muy fina hoy en día.
Fernando Martínez Gimeno
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Comentario de los lectores:
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