el arte del asesino
Título: el arte del asesino
Título Original: (den döende dandyn, 2006)
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Editorial:
Maeva
Copyright: © Mari Jungstedt, 2006
© Maeva Ediciones, 2011
© Traduciónde Gemma Pecharromán Miguel, 2010
1ª Edición, 2011
ISBN: 9788415120049
Etiquetas:
autores
escritores
género negro
literatura sueca
policiaca
policiaco
suecos
Argumento:
Tras una exitosa exposición de la obra de Mattis Kalvalis, un conocido pintor lituano, el propietario de la galería, Egon Vallis, fallece en extrañas circunstancias, y aparece a la mañana siguiente colgado en la muralla de Visby.
El inspector Anders Knutas es el encargado de llevar a cabo la investigación de éste suceso, todo un escándalo para un pequeño pueblo ubicado en la isla sueca de Gotland.
Johan Berg, periodista de un diario en Estocolmo, aprovecha para viajar a la isla y visitar a su futura esposa y la hija de ambos. Su deseo es instalarse con su nueva familia en Estocolmo, por lo que aprovecha su vuelta a la península para tratar de vender su piso de soltero y al mismo tiempo seguir algunas pistas por su cuenta y riesgo.
En este volumen se relacionan sucesos que aparentemente están relacionados con el mundo del arte. Robos de cuadros, que no son la finalidad en sí misma de los crímenes que se cometen. Los secretos, en El arte del asesino, pesan mucho más que los deseos ocultos.
Opinión:
Mari Jungstedt
ya se ha convertido en uno de los grandes iconos de novela negra sueca. Sus tres obras anteriores, Nadie lo ha visto, Nadie lo ha oido, Nadie lo conoce, son una prueba de que la sueca tiene seguidores, y muchos, y siguen hambrientos con cada novedad. Este último título, El arte del asesino se publicó originalmente en el año 2006 en Suecia, aunque en España no ha visto la luz hasta el 2011. Cosas y tramas de los medios publicitarios, editoriales, y vaya usted a saber qué.
El caso es que nos ha venido bien el descubrimiento repentino de Mari Jungstedt y de otros autores nórdicos, pues no hemos tenido que esperar años para conocer el desenlace de las obras. Si otros autores publican a razón de novela por año, en España podemos permitirnos leer cuatro o cinco novelas seguidas en el transcurso de apenas un semestre, como ya ha ocurrido. No hay mal que por bien no venga.
Lo cierto es que uno ya estaba un poco cansado de la violencia, el casi gore explícito en las páginas de algunas novelas americanas; y respirar un poco de aire fresco del norte nos hace mucho bien. Primero, para saber que tenemos buena literatura policiaca cerca de casa, y que al fin y al cabo, ni frío ni calor, el ambiente exterior no cuenta a la hora de decidir cometer un crimen, excepto en el margen que nos puede servir para realizar las consabidas estadísticas de diferenciación según el tipo de crimen y la temperatura, una regla típica criminológica. Pero que en estos países nórdicos también existen horribles criminales, y que las historias no son menos interesantes aunque varíen nomenclaturas y al principio nos distraigan ciertos nombres con mucha diéresis, no impide que nos volquemos al fin en nuestros vecinos de carácter aparentemente frio y distante. Nada que ver.
Cuando un lector es un apasionado de la novela de misterio, novela negra o policiaca, es habitual que su mente detectivesca juegue en paralelo con la lectura, siguiendo las pistas sutiles (unas veces más que otras) que el narrador nos va tirando aquí y allá entre las páginas, como quien tira miguitas para atraer a las palomas.
En esta novela, hay pistas, claro está, pero no se logra construir la trama del suceso hasta que llegamos a las últimas veinte páginas. Y para crear más confusión aún a Mari Jungstedt se le ha ocurrido planear una estructura que sigue dos posibles líneas de investigación.
Un asesinato incomprensible. Una viuda con amante, secreto a voces en el vecindario. Y como ocurre en la vida real, los secretos de familia que se pierden en el tiempo, y que como suele suceder muchos de ellos mueren al tiempo que lo hace el último guardián de los mismos. En El arte del asesino, Mari Jungstedt utiliza varias técnicas que tan pronto confunden, como dan al lector pequeños toques de atención con audaces pistas que parecen más sencillas de lo que son en realidad.
En esta narración también hay situaciones intimistas, las mínimas para conseguir acercarnos a los personajes y conocer su carácter y situaciones personales.
Seguiré leyendo a Mari Jungstedt, como a un par de suecos que no me han dejado indiferente, sino todo lo contrario. Y si algún día paso por Gotland, seguro que será para visitar esos lugares que ya conozco a través de las fotos impresas en el folleto explicativo de la obra.
Otra buena idea, la de utilizar la imaginación alrededor de lugares bien conocidos y que se pueden palpar. ¿Alguien se viene conmigo a Visby?
Saray Schaetzler
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