el arte de perder

Opinión:

Es complicado hablar de esta espléndida novela de Lola Beccaria sin un interlocutor directo porque su lectura desde el comienzo incita a la tertulia. Sumergirse en esta historia ciberamorosa entre Sara y Enzo, lo advierto, es altamente adictivo.

Razones hay varias pero la más relevante, para mí, es que habla de los misterios del corazón, de los sentimientos más sinceros e íntimos de una mujer de cuarenta años inteligente y valiente, sin miedo a descubrir el amor en esas circunstancias, ni a ese amante, porque retrata secuencialmente cómo lo va descubriendo ‘abriéndose en canal’ a Enzo y, fundamentalmente, a ella misma.

Así pues, si lees ‘El arte de perder’ conocerás cómo Sara irá racionalizando lo imposible: el arte de amar y cómo hacerlo lanzándose a tumba abierta, conocedora e inconsciente a la vez de los peligros que se revelarán en esta manera de darse a un "inexistente" Enzo.

Este misterio aterra..., quiero decir que a mí me aterra descubrir que no se conoce a quién se ama y que da más miedo aún asistir a la osadía del corazón de Sara avalado por sus razonamientos y búsquedas personales. Esa justificación personal, la más auténtica si se ha buscado muy adentro, para saber con quién jugar a la ruleta rusa si la bala está hecha de confianza y entrega. No es fácil aceptar su ¿incondicional valentía? ¿la asunción de un amor unívoco? que irá apareciendo en ella hablando, hablando, hablando... principalmente con ella misma (aunque no sé de cuenta) y resolviendo el misterio de sus fantasmas.

Comunicándose a través del dictado de su corazón pero sin piel donde escribir y sin la tinta de una mirada: Ciberespacio. ¿Es posible amar así? Asistir a la necesidad de apartar de su vida la soledad no a cualquier precio, ni de cualquier manera, sino eligiendo a la persona soñada, tal vez, sin ser una misma la elegida.

Historia oscura llena de misterios, brillante y turbadora. Narración generosa por parte de su autora en la que se vuelca una gran dosis de inteligencia emocional, de pasión humana y que acaricia y apuñala, zarandea, genera zozobra y además no termina... al final, no termina (para mí otro triunfo de esta novela) ...¿o sí? Total, que seguimos en ella intrigados por los misterios del corazón de Sara y también de Enzo y nos encontramos con la ausencia como presencia, con el silencio que se convierte en grito, con palabras del alma vestidas de caricias o lanzas mortales y la esclavitud del amor buscado como entrega y espera y sanadora de los efectos devastadores de la soledad.

Y no contentos con todo esto, ‘Tristan e Isolda’ jugando entre ellos como espejo o ilusión óptica y lo políticamente correcto en el arte de amar en boca de convencionalismos.

Así que yo concluyo el disfrute de su lectura con el convencimiento de que hay que ofrecer alas, que la comunicación las agranda y las hace más ligeras, que hay que despertar del analfabetismo emocional que se apodera de la sociedad y comprender lo que escribe el corazón, y así conocer la verdadera felicidad del amor para no perder o, al menos, para no hacerlo sin arte.

Fermina Daza