Anika entre libros

El año en que me enamoré de todas

Ficha realizada por: Lidia Casado
El año en que me enamoré de todas

Título: El año en que me enamoré de todas
Título Original: (El año en que me enamoré de todas, 2013)
Autor: Use Lahoz
Editorial: Espasa
Colección: Espasa Narrativa


Copyright:

© Use Lahoz, 2013

© Espasa Libros, S.L.U., 2013

Edición: 1ª Edición: Marzo 2013
ISBN: 9788467025439
Tapa: Dura
Etiquetas: comedia comedia romántica literatura española metaliteratura novela relaciones personales novela romántica
Nº de páginas: 320

Argumento:

Premio Primavera de Novela 2013

Use Lahoz nos propone en esta novela un juego metaliterario que nos permitirá conocer, al mismo tiempo, a Sylvain, el protagonista de la novela y a Metodio, el autor de un manuscrito que Sylvain encontrará por casualidad. La contraposición entre sus vidas, el catálogo de amores y sentimientos que nos regalan y el inventario de familias que proponen invitan al lector a reflexionar sobre la fuerza de nuestras pasiones y el sufrimiento que conlleva un corazón roto.

 

Opinión:

 

Desconozco si es algo pretendido por el autor o, simplemente, ha salido así, pero lo que más atractivo me ha resultado de esta novela es todo lo que no tiene nada que ver con su protagonista, Sylvain, un joven parisino cercano a la treintena que se instala en Madrid en un intento por recuperar el amor de su exnovia. No he acabado de sintonizar con Sylvain, ni con sus sentimientos, ni con su manera de luchar por o contra ellos, ni con sus problemas, ni siquiera con sus éxitos.

En cambio, me han encantado algunas de las historias secundarias que nos propone Lahoz en este novela ganadora del Premio Primavera 2013, como la de la madre del protagonista o la de Monsieur Tatín, el mecánico capaz de reparar corazones rotos. Entre esas historias secundarias fascinantes está la del segundo eje argumental de la obra, la que da pie al juego metaliterario que supone introducir una novela dentro de otra novela. En este caso, Sylvain encuentra un manuscrito titulado "Abierto por amor" cuyo contenido lee y se reproduce en la propia novela, con una tipografía diferente. En él se cuenta la historia de Metodio, un pastelero que narra su trayectoria vital y la de su familia hasta llegar a su gran amor, su mujer.

La tipografía no es la única diferencia que podemos encontrar entre ambos ejes. En realidad, es como si se tratara de libros diferentes: la narración de Sylvain es más variada, con saltos temporales, subtramas e historias adyacentes, diálogos… mientras que la de Metodio es más clásica y respeta el orden cronológico de los hechos contados. A cambio, añade  un estilo bastante poético que, desde mi punto de vista, enriquece la novela. Ambos cuentan su historia en primera persona pero cada uno lo hace a su manera, lo que deja entrever también una contraposición entre los propios personajes: Metodio es ordenado y Sylvain, caótico; Metodio quiere llegar a una meta y nos lleva con empeño hasta ella mientras que da la impresión de que Sylvain, en realidad, no sabe lo que quiere y se va dejando llevar por la vida sin rumbo fijo; Metodio es constante, dulce, apasionado y se compromete con sus metas mientras que Sylvain es inconstante, indeciso, se supone que quiere recuperar el amor de su exnovia pero se enreda con amigos, amigas, proyectos profesionales y la novela de Metodio, olvidando su objetivo final. El hecho de que ambos tengan edades diferentes (Metodio pertenece a una generación anterior a la de Sylvain) hace pensar al lector en una cierta crítica a la inconstancia de la juventud actual frente a la forma de hacer las cosas de sus padres.

Más allá de las aventuras y desventuras amorosas que se relatan en la novela (y no son pocas), me quedo con el catálogo de familias que plantea Lahoz. Familias en un sentido amplio (en las que caben esos amigos que, en determinados momentos de nuestra vida se convierten en miembros de la nuestra) que, sin ser valoradas ni juzgadas como mejores o peores, invitan a reflexionar sobre los lazos que unen a las personas, sobre la importancia o no de la sangre como vínculo y sobre las consecuencias que el cariño tiene en nuestra vida.

Finalmente, no puedo evitar señalar que tanto el título de la obra, como su portada y su adscripción genérica como comedia romántica pueden dar una impresión equivocada de la novela: pueden hacer pensar que se trata de una obra cercana al humor, fresca y divertida y, en mi opinión, no es así. Sí hay romanticismo, claro, pero de "El año que me enamoré de todas" yo me quedo con la mezcla de estilos y el juego metaliterario, con la agilidad con la que se lee, con las reflexiones de fondo y con personajes tan mágicos como Tatín o Metodio.

Lidia Casado

 

 

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