Anika entre libros

el ángel que nos mira

Ficha realizada por: Ariodante
el ángel que nos mira

Título: el ángel que nos mira
Título Original: (look homeward, angel)
Autor: Thomas Wolfe
Editorial: Valdemar


Copyright: Traducción de José Ferrer Aleu
Prólogo de Maxwell E. Perkins ISBN: 9788477026327
Etiquetas: autores escritores estadounidenses literatura americana literatura estadounidense literatura norteamericana norteamericanos

Argumento:


Thomas Clayton Wolfe (Asheville, Carolina del Norte, 1900 – Baltimore, Maryland, 1938) fue el octavo hijo de W.O. Wolfe, tallador de piedra, y Julia Westhall, dedicada a negocios inmobiliarios; a los seis años su madre se trasladó con él a otra vivienda que convirtió  en  casa de huéspedes, y el padre con el resto de hermanos siguió viviendo en la casa natal. A los 16 años ingresó en la Universidad de Chaped Hill y una vez conseguido su grado de Bachiller en Artes, se matriculó en Harvard para especializarse en Dramaturgia, donde consiguió el equivalente al doctorado, en 1922, justo el mismo año que falleció su padre. En el verano de 1925, viajó a Europa y comenzó a escribir su primera novela, El ángel que nos mira, que publicó en 1929 con la ayuda del prestigioso editor Maxwell Perkins, (autor del prólogo de este libro). Posteriormente impartió clases en la Universidad de Nueva York, y viajó por todo el país. Mientras tanto, su producción literaria crecía: vio publicadas cinco obras en su breve vida. Las demás se publicaron póstumamente. Murió a consecuencia de complicaciones de una gripe contraída en una estancia en Seattle.
 
Bajo la mirada del ángel pétreo que su padre guardaba en su taller de mármol con las lápidas, Wolfe se retrotrae a la juventud y andanzas de su abuelo y luego su padre y el comienzo de su familia, la familia Gant-Pentland en la ficción, símbolo del espíritu americano en su dualidad aventureros-colonos, norte-sur, encarnados por  la madre y el padre, respectivamente. Pareja muy peculiar, con una fuerte diferencia de edad y caracteres, y un sentido de la independencia que lleva a Eliza a irse unos años a St.Louis, llevándose una parte de la familia, y a Oliver Gant a marcharse solo a California a los cincuenta años, para cumplir con un sueño. Vamos sabiendo de cada hijo, los que viven y los que mueren, muertes que van marcando a la familia, divididos entre los Gant y los Pentland, fluctuando siempre de la casa del padre a la casa de la madre; Eugene, el octavo retoño de la familia, mira a su alrededor, como el ángel de piedra, y su mirada ingenua e inocente  nos va describiendo un mundo cotidiano, y a la vez profundo y emocionante, que es nuevo para él, para todo el que va naciendo y creciendo: la vida, a pesar de ser repetición y continuo retornar, siempre es nueva para el recién llegado.

Opinión:


En El ángel que nos mira son tan fuertes sus referencias a su infancia, su familia y vecinos, y la vida de su población natal, (Altamont, en la novela) que de hecho esta obra estuvo prohibida en la biblioteca pública de Ashville casi siete años. Sin embargo, la casa que su madre compró y convirtió en pensión en el 48 de Spruce St. es ahora el Museo Wolfe.

Toda su obra, que esperamos se vaya publicando en España, se inscribe en la novela–saga al estilo modernista de su contemporáneo William Faulkner, el cual, a pesar de ser muy pagado de sí mismo, afirmó que Wolfe es el único autor al que colocaría por delante suyo. Algunos han encontrado influencias de T. Dreiser y Sinclair Lewis, así como la poética de Whitman y la introspección joyceana. Nacido con el siglo, es uno de los clásicos contemporáneos norteamericanos, y su obra muy bien puede figurar en un lugar de honor en cualquier biblioteca que se precie. Ante la reacción de Perkins, su editor, por lo evidente de las referencias de la obra, Wolfe le repuso: “Pero, Señor Perkins, usted no lo comprende. Yo creo que estas personas fueron grandes y que hay que hablar de ellas.” Sus detractores dicen que sólo podía escribir sobre sí mismo, pero todo lo que escribió fue transformado por su imaginación.
 
Solamente con la enumeración de la  familia Gant-Pentland, sus costumbres, relaciones y locuras, ya ocupa un tercio del libro. La tensión de amor-odio entre Gant padre y Eliza Pentland desde el primer instante en que se conocen, va evolucionando conforme van llegando los hijos, que son finalmente ocho. El octavo es Eugene, el protagonista y alter-ego. Y a sus tres años, cuando fue destetado, es el momento en el que Eliza decide plantarse y darle un giro diferente a su vida, largándose con sus hijos a St. Louis a montar un hotel, y donde ocurre la muerte de uno de los gemelos, que impresiona al pequeño Eugene profundamente.
 
A pesar de ser polifónica, la novela es una búsqueda, un viaje exterior e interior; todos buscan su destino, el sentido de sus vidas, y al mismo tiempo, la obra muestra un simbolismo sobre el concepto de América. “Comprendía que los hombres eran para siempre extraños los unos con los otros; que nadie llega nunca a conocer de veras a alguien; que, aprisionados en el oscuro seno materno, nos asomamos a la vida sin haber visto nunca la cara de nuestra madre que nos recibe en sus brazos como extraños y que, encerrados en la hermética prisión del ser, no escaparemos jamás, aunque unos brazos nos estrechen y unos labios nos bese y un corazón nos dé calor.”(pág. 66)
 
La vida del padre, procedente del Este, no está completa hasta haber llegado al Oeste, a California, la tierra prometida. Su madre y sus hermanos también se desplazan continuamente, cada uno en una dirección. Eugene, el protagonista,  alter-ego del autor, inicia pronto sus vagabundeos, primero siguiendo a su madre y hermanos y luego solo. La novela relata su iniciación a la vida, inmerso en un mundo enloquecido, lleno de personajes curiosos y complejos, empezando por su propia familia y siguiendo por sus maestros, sus compañeros, sus vecinos, los extravagantes huéspedes de la pensión de su madre, en fin, toda un fresco de la América profunda. Finaliza cuando acaba su graduación y se lanza a la vida, sin saber bien hacia donde ir, pero deseando desplegar sus propias alas en libertad y ver el mundo, lejos de las ataduras familiares y de las tristezas y tensiones originadas en su ciudad natal. Lejos de su infancia y su adolescencia, de sus amores y desamores, de la mirada de su ángel pétreo. 
  
Ariodante
Enero 2010

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