Doce Soles 2. Tubulares

Opinión:

"Tubulares" es la segunda parte de la trilogía "Doce Soles". Está orientada para niños a partir de 12 años. Tiene la peculiaridad de que está escrita a cuatro manos, por Amaya García y por Alberto Mínguez.

Al igual que me ocurrió con la primera parte, "Encélado", en esta ocasión tampoco he notado ningún cambio de narrativa como motivo de estar escrito por dos autores. La lectura es muy fluida y en ningún caso se nota la diferencia entre uno u otro.

En "Tubulares" seguiremos encontrando bastantes datos técnicos sobre el espacio, los astronautas y la vida que allí llevan, pero todo está muy bien hilado con la historia de tal manera que no hay párrafos que resulten más tediosos. Los autores lo han sabido combinar muy bien para que los niños aprendan divirtiéndose. Además, pueden lograr que el niño sienta interés por esta temática y busquen más información sobre ello, o quieran leer más libros de ciencia ficción que sean similares. También ayuda a que conozcan un poco más la profesión de los astronautas, qué tipo de preparación necesitan, qué tipo de vida llevan en la nave y la importancia de su trabajo.

El ritmo de la historia es muy ágil y no decae en ningún momento, ya que cuando parece que todo está en calma, algo nuevo ocurre. Muy similar a una montaña rusa. Todo ello, además, amenizado en ocasiones con un toque de humor muy divertido que hará sonreír a los niños.

Por ponernos un poco en situación, en "Encélado", doce niños despegan por accidente en un transbordador espacial llamado Sila V. No hay posibilidad de retorno, así que tendrán que pasar dos años en órbita hasta regresar a la Tierra. Aprovechando el despegue y tras el entrenamiento que la WASA (la NASA del futuro) les da, los doce niños se dirigen a Saturno, para estudiar una de sus lunas: Encélado. Pero al llegar allí descubren un misterioso huevo, una especie de nave.

En "Tubulares" la historia continúa, ya que seis de los niños quedaron en Encélado y los otros seis, a bordo del Marlin Negro, llegan a un extraño lugar por culpa de ese misterioso huevo.

Los doce niños son muy maduros para su edad, pero tanto en "Encélado" como en "Tubulares" queda también reflejado su lado inocente e infantil, sus miedos e inseguridades. Los lectores irán descubriendo poco a poco cómo se siente cada uno de ellos respecto a lo que está ocurriendo y también irán siguiendo sus cambios. Entre todos ellos destacan la importancia de no tirar la toalla y de ser valientes para tomar alguna decisión, es importante confiar en uno mismo. Lo que más me ha gustado es el sentimiento de amistad y familia que emana de cada uno de ellos. Crean una piña muy emotiva y cuando uno flaquea, los demás lo ayudan a seguir adelante.

Amaya García y Alberto Mínguez han creado un mundo espectacular. Boca de Ballena o Isla Erizo son alucinantes y las aventuras que allí viven Sol, Zack, Min, Amador, Loubna y Hekla lograrán mantener pegados a las páginas a los lectores.

Un mundo con seres y plantas extraños en el que la atmósfera no es compatible con los humanos. Pero a pesar de todas las dificultades, los protagonistas idearán la manera de sobrevivir y adaptarse a los medios. Mientras, buscan la manera de regresar con sus compañeros.

Todo lo ocurrido en Boca de Ballena es... increíble. A ratos me daba la sensación de estar viendo una película, estilo "Avatar". He sufrido con ellos cuando algo les iba mal, cuando se cruzaban con los "merodeadores" o los espeluznantes "klújucs", pero también me he alegrado cuando encontraban alimentos para sobrevivir, con el curioso Lento y cada vez que daban un paso más para volver a Encélado.

Aunque el groso de la historia transcurre en Boca de Ballena con Sol y sus compañeros, no podemos olvidar que en Encélado quedaron otros seis astronautas. Allí también vivirán una aventura clave para entender parte de lo ocurrido. Su encuentro con Luzero y todo lo que descubren es muy original y llamativo. Toda una sorpresa los secretos que Encélado escondía.

Una vez más, en "Tubulares", las máquina de inteligencia artificial, los IA, están muy presentes. Por ejemplo, el uso de la impresora 3D para reparar partes importantes de la nave o la creación de comida cuando están en Calipso. Lo cierto es que sin ellos los niños no habrían podido sobrevivir. Una pequeña muestra de a lo que se podría llegar en un futuro no muy lejano, pero que a la vez es muy diferente de lo que conocemos actualmente como IA y los ordenadores. Esta vez el pequeño Sugus no tiene mucho protagonismo, pero lo sustituye X-Kimo y su peculiar personalidad.

Reconozco que me ha costado seguir un poco el hilo a algunas de las explicaciones respecto a los misteriosos icosaedros, las combinaciones o lo que cuenta Luzero. Así que quizá para un niño pueda resultar también un poco complejo, desde mi apreciación. En este aspecto, creo que los autores deberían de haberlo enfocado de una manera más sencilla, al margen de que la novela sea tan futurista y con tantos tintes científicos.

La edición de "Tubulares" está llena de pequeñas ilustraciones con delineado negro para adornar las páginas, al inicio de los capítulos o de separación entre párrafos. Le dan un aspecto muy bonito al libro y se nota el cuidado que han puesto en el diseño. Además, "Tubulares" contiene también cinco ilustraciones de tamaño más grande, como si fueran realmente fotografías en blanco y negro de ciertas escenas de la historia, y un pequeño mapa para situar las distintas localizaciones de Boca Ballena.

Al finalizar "Tubulares" hemos dejado a los doce amigos en una situación un tanto especial y complicada. Así que estoy deseando que podamos leer la tercera parte, "Cenit", para saber qué ocurrirá.

En resumen, "Tubulares" es una historia de ciencia ficción, muy futurista y llena de aventuras que hará pasar ratos muy divertidos a los lectores. Aunque está enfocada para niños, creo que cualquier adulto amante de este tema lo va a poder disfrutar de igual manera.

Vane Gómez