Diarios

Opinión:

Hay que estar infinitamente agradecidos a la editorial Acantilado por esta publicación de los Diarios de Stefan Zweig, porque permite al lector acceder a la dimensión más íntima de este formidable escritor, cerrando el círculo del conocimiento de su obra.

Zweig es uno de los grandes notarios literarios del siglo XX, y estos "Diarios" confirman su extraordinaria lucidez finalmente embargada por un fatal pesimismo. Su extraordinaria capacidad de percepción, su vasta cultura europea, infinita curiosidad intelectual, su constante empeño en empaparse de su tiempo, dejan rastro fehaciente en estos Diarios, que no obedecen más pauta que su estado de ánimo y las impresiones que definen su paisaje vital e intelectual.

Hay pocos escritores tan europeos, en su sentido más cabal, que Stefan Zweig. Su idea del mundo, sus valores, su ética, su visión del pasado, su concepto de humanidad, su cultura, su escritura, su manera de pensar, su profundo cansancio, incluso sus miedos, son Europa en estado químicamente puro.

Al leerlo uno lo siente terriblemente próximo, como uno de los nuestros, en una suerte de complicidad intelectual que le hace absolutamente vigente. No da la impresión al leer sus Diarios de una crónica de un tiempo desaparecido, especialmente ahora que resurgen fenómenos maximalistas con un fuerte talante belicoso.

Precisamente ahora hay que leer a Zweig, más que hace unas décadas, porque sus presagios y advertencias resuenan con fuerza en este tiempo de sombras maximalistas.

Su prosa precisa, elegante, vehemente, directa, muestra en estos "Diarios" su dimensión más íntima, más cercana a su realidad como persona de enorme interés. Especialmente sus encuentros con otros intelectuales. Qué lujo su anotación sobre el encuentro con Herman Hesse, en su austera casa de campo en lo alto de las colinas, rodeado de libros y apenas mobiliario, del que destaca su compartida aversión a la agresiva opinión pública del momento y a la propaganda, su repugnancia a la palabrería, su consenso moral precipitado en la defensa de la justicia.

Este libro es un lujo imprescindible en cualquier biblioteca que se precie de tal nombre. Un libro para conocer, recordar, sobre todo para advertir, porque el ser humano es el único animal que se empeña una y otra vez en tropezar en la misma piedra.

Lean este libro con urgencia, lean a Zweig, todos y cada uno de sus libros. Un privilegio al alcance de todos, que nos advierte de la estupidez, la intolerancia, los estragos de la incultura y la sinrazón. Gracias Acantilado por publicar estos Diarios.

Jorge Riet