diana o la cazadora solitaria
Título: diana o la cazadora solitaria
Título Original: (diana o la cazadora solitaria)
Autor: Carlos Fuentes
Editorial:
Santillana
Copyright: Colección Punto de lectura
ISBN: 84-663-1177-7
Etiquetas:
Argumento:
Novela de contenido autobiográfico en el que Carlos Fuentes recrea (por llamarlo de alguna forma) la corta relación que mantuvo con la actriz Jean Seberg (Iowa 1938-París 1978) que en el libro se llama Diana Soren y que transcurre en un tiempo en el que la guerra de Viet Nam, la segregación racial y mayo del 68 marcaron a toda una generación.
Opinión:
No es una obra fácil, no es una novela de amor en el sentido clásico que solemos dar a este género, aunque toda la trama gira en torno al amor, al que se van añadiendo más componentes, que acaban por imponerse y anular y destruir al primero.
La historia en si misma es muy común. Un escritor mexicano (presumiblemente Carlos Fuentes) conoce a una actriz estadounidense de Iowa (Diana Soren-Jean Seberg) y abandona casa, mujer e hija para vivir con ella una pretendida historia de amor. Aquí está, en mi opinión, el primer error. No es una historia de amor, sino en el mejor de los casos, una historia de pasión. Pasión desbocada, pasión posesiva, pasión que acaba por engullir a sus propios protagonistas. No faltan los ingredientes clásicos, entre ellos los celos, la desconfianza en incluso el desprecio. A lo largo del relato llegamos a conocer a un escritor absolutamente deleznable, irrespetuoso, egoísta y ciertamente hasta malvado. Por el contrario Soren es una mujer solitaria, pero que, al mismo tiempo, desea ser necesaria para los demás, para todos los demás. Este es su gran problema y su tragedia.
Soren-Seberg era considerada en su tiempo una persona conflictiva, casi de ultra izquierda y el FBI la espió y la desacreditó de manera inmisericorde. Todo esto está perfectamente relatado en el libro. Y todo ello ante la mirada de nuestro escritor, que no hizo nada por salvarla. El mismo se plantea si pudo hacer algo para salvarla. La respuesta tiene que ser necesariamente sí.
No es, entonces, como se pretende, la historia de una autodestrucción provocada por los ideales. Soren, como muchos otros, es la víctima de todas las hipocresías de una generación entera. Es cierto que al final se suicida, en realidad Seberg murió de una sobredosis, pero ella es sólo la mano ejecutora de un asesinato que otros han ido planificando perfectamente a lo largo del tiempo. Con el suicidio de Diana Soren no sólo muere la persona, muere el concepto, la esperanza, una manera mejor de entender la vida.
Fuentes escribe una historia en la que va intercalando reflexiones acerca de muchas cosas, personas, países, sistemas etc. Hace un análisis pormenorizado de la sociedad estadounidense de aquella época. Destripa con crueldad toda la hipocresía de los gringos, que, en efecto, se creen inocentes, salvadores de un mundo de buenos, frente a un mundo de malos, inventados tanto los unos como los otros, por ellos mismos. Pero, ¿se puede ser inocente siendo rey?, ¿se puede ser inocente siendo imperio? Evidentemente, la respuesta es no. Y Fuentes lo sabe y Diana Soren lo sabe. Y el escritor mexicano no hace nada y la actriz de Iowa quiere hacer y quiere que los demás hagan algo. Y es aquí donde ella descubre al verdadero Carlos.
Y abunda lo erótico. Fuentes no tiene inconveniente en llevarnos a la cama con Diana, es más, quiere que compartamos la cama de la actriz y gocemos de ella, como él. Por eso hay que leer con respecto máximo todo el aspecto erótico de la narración. Es posible que a muchos les parezca sólo una entrada en el mundo de la pornografía, de la descripción escabrosa de las relaciones sexuales, del mito pecaminoso del coito en sus múltiples variedades. Nada más lejos de la verdad. Creo que se trata de un homenaje al sexo en su estado natural, libre de tabúes y de hipocresías, querido y deseado.
En definitiva, como dije al inicio no es en absoluto una obra sencilla. El lector acaba desmoralizado ante la actitud imperdonable del protagonista, que ni siquiera es capaz de respetar a Diana, la cazadora solitaria, en la hora desgraciada de su muerta.
Querría añadir algo sobre Jean Seberg. Fue perseguida implacablemente por el FBI hasta el extremo de que al nacer muerta su hija, tuvo que exhibir el cadáver en un ataúd abierto para demostrar que no era negro y, por tanto, fruto de su supuesta relación con un líder de los Panteras Negras.
Seberg estuvo en España y mantuvo una relación amorosa con el director Ricardo Franco. La herencia de esta relación es una maravillosa película, titulada "Lágrimas negras", que es una de las obras maestras del cine español. Franco no pudo ver finalizada la obra ya que murió antes de acabar el rodaje.
Y finalmente, quiero rendir un homenaje a Jean Seberg, mujer sensible, coherente y consecuente con sus ideas y recordar que el FBI reconoció públicamente que había calumniado deliberadamente a la actriz con el fin de aniquilarla.
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Comentario de los lectores:
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