Despacio el mundo
Título: Despacio el mundo
Título Original: (Despacio el mundo, 2024)
Autor: Ramón Andrés
Editorial:
Acantilado
Colección: El Acantilado
Copyright:
© 2024, Ramón Andrés González-Cobo
© 2024, Quaderns Crema, S.A. (de esta edición)
ISBN: 9788419958174
Tapa: Blanda
Etiquetas: arte ensayo filosofía música literatura española pintura reflexiones pensamiento historia del arte museos instrumentos musicales humanidades no ficción
Nº de páginas: 398
Argumento:
Tomando como punto de partida el gesto de afinar un instrumento, Ramón Andrés nos invita a detenernos en este acto aparentemente sencillo, pero lleno de significado, que en la pintura de los siglos XV a XVIII se convierte en una metáfora de la búsqueda de armonía y equilibrio. A lo largo de más de cincuenta capítulos, el autor analiza una serie de cuadros en los que músicos afinan sus instrumentos, trazando una historia entrecruzada entre arte, música y pensamiento. Entre muchos otros artistas, desfilan por estas páginas Benedetto Bembo, Andrea Mantegna, Luca Signorelli, Caravaggio, Leonello Spada, Gerrit van Honthorst, Jan Lys y Theodoor Rombouts. A partir de sus obras pictóricas, el autor reflexiona sobre la importancia de vivir con lentitud en un mundo acelerado y propone en consecuencia una invitación a la calma, la contemplación y la introspección.
Después de "Filosofía y consuelo de la música" (2020, Premio Nacional de Ensayo) y "La bóveda y las voces" (2022), Ramón Andrés ofrece en este libro una nueva imbricación entre música, arte y pensamiento, que culmina en las últimas páginas con un "Museo del Oído", donde da un vistazo a cómo la música se ha representado a lo largo del tiempo, extendiendo su mirada hasta el arte contemporáneo.
Opinión:
"Templar una nota es algo más que alcanzar un sonido exacto. […] Una cuerda que resuena afinada no tanto expande como recoge, no tanto emite como incluye", escribe Ramón Andrés en las primeras páginas de "Despacio el mundo", ensayo con el que, siguiendo el camino abierto por libros previos como "El mundo en el oído" (2008) o "Filosofía y consuelo de la música" (2020), continúa explorando la profunda conexión entre música y pensamiento. En este nuevo ensayo, sin embargo, el autor hace una transición hacia una intersección menos transitada, pero igualmente cargada de resonancias: el arte, en particular la pintura, y su relación con la música y con el tiempo. A través de una reflexión que entronca sutilmente con uno de sus mejores libros, "El luthier de Delft" (2013), Andrés facilita una profunda reflexión sobre el silencio y sobre el acto de contemplación, dos ideas que ya habían asomado en algunas de sus obras precedentes, pero que ahora cobran protagonista ante la idea de vivir despacio y de oponerse a un mundo acelerado, siempre con la convicción de la calma y de la búsqueda de una precisión matemática, como bien requiere el arte musical.
Un gesto concentra en este ensayo esa reivindicación de la calma y de la lentitud: el acto de afinar un instrumento musical, que requiere detener el tiempo y concentrarse en los sonidos del presente. Más de cincuenta pinturas de los siglos XV a XVIII, en las que los músicos afinan sus instrumentos, permiten a Ramón Andrés vertebrar un meditado discurso que enlaza sus sabias observaciones pictóricas con interesantísimas consideraciones sobre la música y sobre el tiempo desde una perspectiva filosófica. De hecho, a lo largo del ensayo el gesto de la afinación se presenta no tanto como una actividad técnica o preparatoria, sino más bien como un momento suspendido en el tiempo, con sentido por sí mismo, que permite al lector reflexionar sobre la quietud, la introspección y la espera. Aunque suelen ser personajes secundarios, son muchos los cuadros en los que la música cobra una significación especial no solo como tema, sino sobre todo como reflejo de un contexto social y espiritual: el autor nos acerca, por ejemplo, a detalles tan valiosos como el ángel del panel central del "Retablo Roverella" de Cosimo Tura, que afina el laúd mientras los músicos de su alrededor siguen tocando; o como la pareja de músicos ancianos que afinan también un laúd en un grabado de Lucas van Leyden; o como el laúd que afina Santa Cecilia en el cuadro homónimo de Carlo Saraceni; o como el quizás más emblemático laudista que pintó Jan Lys en 1622.
En unos y otros, sean personajes protagónicos o sean detalles rescatados de un segundo plano, el autor aprecia ese instante suspendido que se convierte, desde su propia filosofía, en una forma de resistencia ante el paso incesante del tiempo. En este sentido, la invitación a "vivir despacio" que propone Ramón Andrés no es solo una crítica a la aceleración de la vida moderna, sino también una forma de recuperar la introspección y la serenidad que nos alejan del ruido constante que nos rodea. En este sentido, cobra especial significación el anexo pictórico que incluye el libro: un "Museo del Oído" que recoge, a lo largo de cien páginas complementarias, ordenadas cronológicamente y separadas por salas como si de un museo físico se tratara, una excelente selección de obras que tienen como tema la música, desde los juglares representados en las "Cantigas de Santa María" hasta los músicos retratados por Oleg Zhivetin, Philipp Haas y Ryunosuke Oku, pasando por obras de Bernardino Lanino, Cornelis Cort, Pieter Paul Rubens, Gerrit van Honthorst, Theodoor Rombouts, Pietro Paolini y Gabriël Metsu, entre muchos otros. Con ello, el autor ofrece una suerte de catálogo de sensaciones auditivas que dialogan y resuenan con las obras precedentes, siempre siguiendo la tensión entre audición y representación pictórica.
Así pues, "Despacio el mundo" es una obra profundamente lírica y meditativa, que no solo invita a detenerse ante las pinturas, sino, sobre todo, ante el propio paso del tiempo. Ramón Andrés combina su erudición en música y filosofía con una sensibilidad artística que impregna todo el texto; su estilo, a menudo poético y evocador, logra transmitir la importancia de lo que no se dice, de lo que se encuentra en la quietud, en lo que no está en movimiento. Y, como en sus libros anteriores, su indagación no es solo intelectual, sino también espiritual, pues busca a través de la música y el arte una forma de consuelo y serenidad en un mundo cada vez más ruidoso y acelerado.
*Publicado por Acantilado.
Darío Luque
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Comentario de los lectores:
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