Departamento Q. El efecto Marcus

Opinión:

Esta quinta entrega del Departamento Q es bastante diferente a las anteriores ya que nos encontramos con un poco de más acción, prácticamente Marcus es el protagonista principal, dejando en su segundo plano las pesquisas de Carl y sus compañeros.

Marcus es un joven gitano, un luchador con una vida muy dura, más de lo que un joven de su edad merece vivir. No puede confiar en nadie y sólo puede huir y esconderse. Sabe que su aspecto produce sentimientos encontrados, desprecio, repulsa, miedo y, en alguna que otra ocasión, compasión y lástima. Aunque su vida corre peligro, la policía es su último recurso pues en cuanto acuda a ellos seguro que lo deportarán.

La novela se divide en dos partes. Por un lado está la historia de Marcus, su pasado, sus intentos de superación, de alejarse del camino del mal, condición a la que parece destinado por su condición de gitano. Tratará de vivir una vida normal pero no puede y las circunstancias, después de encontar un cadáver, que no debería haber visto, harán que su existencia sea toda una tortura.

Por otro lado, tenemos la investigación del Departamento Q, que en esta ocasión estará relacionada con el crimen económico, la corrupción financiera y en la que resultarán implicados políticos, economistas, banqueros y una gran organización mafiosa dedicada a la explotación de niños.

En esta ocasión, el ritmo de la narración es lento, tal vez demasiado para lo que nos tiene acostumbrados el autor, aunque mejora al ir avanzado en la historia no alcanza el punto de sus anteriores novelas. Tanta descripción de la corrupción y todas las artimañas que utilizan los poderosos para ocultar sus triquiñuelas aparaejada a la poca investigación de nuestro protagonistas habituales respecto al asesinato, que se supone es la trama principal, hacen la que la historia decaiga y el lector centre su interés en Marcus y sus aventuras que dotan a la novela de mucha más acción y sentimiento.

Además un nuevo miembro se incorpora al Departamento Q. Se trata de Gordon, un policía al que el nuevo jefe ha destinado al grupo para controlar lo que sucede en los sótanos. Un personaje singular, que a pese a pasar sin pena ni gloria por este libro se supone que dará más juego en novelas posteriores.

No es de esas historias a las que nos tiene acostumbrados el autor, ni aparecen los giros y las sorpresas de última hora, pero es una lectura interesante que refleja la tragedia de ser diferente racialmente y marca el claro contraste entre la marginalidad y el poder. Un poder al que nuestros amigos tendrán que enfrentarse para esclarecer un asesinato, que por primera vez no es lo más importante en la trama.

Mila L. Castelo