De la aurora

Opinión:

La obra de María Zambrano es la llama que no se extingue, y Alianza está haciendo una muy buena labor para la cultura española al recuperar su legado y volver a ponerlo en librerías.

"De la Aurora", obra de madurez en un texto que apareciera en 1985 pero contiene textos que arrancan desde los años 60, encuentra por tanto a una María Zambrano que acaba de volver del exilio, estableciendo una continuación clara con Claros del bosque, con la que pretende ajustar cuentas con la historia reciente de Occidente, al tiempo que se ocupa de alguna de sus preocupaciones fundamentales: la constitución de la persona, observaciones sobre la vida y cuanto la constituye. La narración se permite ser poética, arrastrada a la divagación preciosa desde el delicado título elegido.

Se trata por tanto de un compendio de reflexiones en torno a la cultura, la política, lo espiritual y por supuesto la filosofía. Siendo Zambrano una escritora que prima la interioridad, hay mucho en estas páginas de ese intento de encontrar la verdad desde la mirada a uno mismo y a la historia. La razón poética será el concepto fundamental, como forma de conocimiento propuesto por la autora malagueña.

Renacer es un mensaje que aparecerá de manera constante, pues ese sentido tiene la aurora. Con el libro reivindica ese nacimiento o refundación que Occidente necesita. Hay una afirmación que encierra tantos significados que sobrecoge: "La Aurora exige al hombre acerca de su propio ser". La aurora actúa como metáfora de la vida, y esta a su vez centrada en el juego de la creación como rasgo plenamente humano. Esta frase que reproduzco, curiosamente, también llamó la atención de la encargada de abrir el texto con un pequeño estudio clarividente y enriquecedor, la investigadora y gestora cultural Victoria Clemente Legaz.

Especialmente interesante me ha resultado uno de los capítulos: "Los seres de la aurora", en el que Zambrano habla de Ortega y Gasset y Nietzsche. Qué gozo contar con su visión de los filósofos.

Una nueva oportunidad de conocer el legado de uno de los puntos más altos de nuestra filosofía.

Rafael Ruiz Pleguezuelos