Danza humana

Opinión:

"Nuestra realidad son los recuerdos, los sueños, los pensamientos, las premoniciones, los deseos, los mitos, las sensaciones, los juegos, las emociones. Todo, a excepción de lo que los otros proclaman que es nuestra realidad", escribe Rafael Argullol en el epígrafe con el que abre "Danza humana", la más reciente y ambiciosa de sus obras narrativas. El libro, dividido a su vez en diez grandes capítulos y con unas dimensiones que superan las mil páginas, responde con fidelidad y exactitud a esa postura metafísica que propone desde su propia apertura. El propio autor afirma haber compuesto una suerte de 'tríptico de tempestades de escritura' que se cerraría con esta obra, siendo las dos primeras partes de la tríada "Visión desde el fondo del mar" y "Poema", con las que "Danza humana" comparte una misma unidad compositiva. Se trata en los tres casos de obras colosales, escritas a partir de esfuerzos sobrehumanos de concentración y de trabajo con las palabras, y concebidas al margen de los géneros literarios o, cuando menos, desde una laxitud en cuanto a su categorización. No en vano, la obra que nos ocupa puede leerse como una novela autobiográfica, pero formalmente no deja de ser un diario de tintes ensayísticos y digresivos.

Este diario, fechado entre el 9 de mayo de 2019 y el 6 de octubre de 2021, se divide en diez libros consecutivos para los que el autor ha asignado, en cada caso, un atributo o un núcleo temático hacia el cual orienta el contenido de sus divagaciones. Hacia el final de la obra, Argullol confiesa la motivación de esta estructura: en el cruce de Shibuya, en Tokio, la cara de una mujer apareció en una gran pantalla acompañada por diez preguntas: "¿Te has dicho la verdad? ¿Has restituido lo que se te ha dado? ¿Has sido desprendido? ¿Has respetado el enigma? ¿Has sido jovial? ¿Has buscado la divinidad? ¿Has sobrellevado el antagonismo? ¿Has amado? ¿Has gozado de la luz? ¿Has sido libre?". Estas diez cuestiones estimularon en la mente del filósofo una reflexión práctica sobre la intimidad y, más en concreto, sobre la necesidad de cada ser humano de explicarse ante los demás para luego explicarse ante uno mismo. Sin caer en las redes del psicoanálisis, pero quizá sí en las de la literatura testimonial, "Danza humana" se revela así como una obra escrita ante la necesidad del autor para justificarse, para indagar en sí mismo y darle una razón a sus acciones y, en definitiva, a su existencia.

En respuesta a estas preguntas, el diario está constituido por diez libros ("Libro de la verdad", "Libro de la restitución", "Libro del desprendimiento", "Libro del enigma", "Libro de la jovialidad", "Libro de la divinidad", "Libro del antagonismo", "Libro de la afinidad", "Libro de la luz" y "Libro de la libertad"), cada uno de los cuales presenta a un narratario distinto hacia el cual van dirigidas las divagaciones y consideraciones del autor. El primero de estos narratarios, que volverá en la última parte para cerrar el libro, es el pueblo noruego de Å, uno de los lugares más cercanos al Maelstrom sobre el cual escribió Edgar Allan Poe. En otras ocasiones el diálogo se establece con personajes mitológicos, como Jano, el dios bifronte, o Slepiner, el caballo octópodo de Odín; también aparecen personajes ficcionales y de reminiscencias culturales como Elia, "la Rescatadora", el actor Marcello o Miguel, e incluso un ciprés bautizado como Gaspar. Con ello, Argullol se enfrenta al solipsismo que irremediablemente supone toda meditación ensayística; más aún esta que fue escrita en tiempos de pandemia y que, por lo tanto, replica ciertas dinámicas de aislamiento y revisionismo promulgadas en aquellos meses.

Los temas y las escenas que describe Rafael Argullol en "Danza humana" son numerosos y no cabe aquí más que una breve selección de los que yo más he disfrutado, para que los lectores puedan hacerse una idea de lo que contiene el libro. Entre la retahíla de pasajes reflexiones y de autoconciencia, el autor no duda en recordar pequeñas escenas de su formación cristiana -la fe tiene un peso significativo en el libro- y de sus años universitarios, con especial énfasis en su educación sentimental y en la militancia antifranquista que lo llevó a ser encarcelado en dos ocasiones. Son también de especial interés las páginas en las que el escritor recuerda escenas exóticas en Japón o encuentros intelectuales a lo largo de Europa, y también sus paseos por Barcelona, con la parroquia de Sant Ramon de Penyafort como parada obligatoria en su itinerario. A lo largo de estas mil páginas se esconden reflexiones sobre arte y estética, sobre pensamiento, sobre religión, sobre literatura, sobre medicina y sobre muchos otros temas que, vistos en conjunto, representan la realidad de un hombre que durante dos años ha tratado de explicarse en estas páginas.

Darío Luque