Cuatro amigos

Opinión:

Darío Luque

La reedición que la editorial Anagrama está llevando a cabo de la obra de David Trueba funciona como una epifanía para sus lectores. Muchos nos habíamos olvidado de que el glorioso autor de "Tierra de campos" fue, hace ya tiempo, un escritor primerizo que trató de hallar hueco en el panorama editorial con novelas divertidas, sagaces y sencillas al mismo tiempo. En "Cuatro amigos", que fue su segunda novela, ya se pueden ver ecos de ese viaje por carretera y de esa predilección por la juventud que el autor ha rescatado en sus últimas obras.

"Cuatro amigos" cuenta la historia de Blas, Raúl, Claudio y Solo. O, si se quiere precisar más, cuenta en realidad la historia de Solo -un nombre sintomático- y de cómo él recurre a un viaje junto a sus amigos para huir del recuerdo de Bárbara, su exnovia. A casa paso, en cada lugar y con cada encuentro, Solo siente aproximarse más a aquella mujer de la que, en momentos, considera que jamás debería haberse separado. Pero él ha empezado un cambio: antes de iniciar las vacaciones, ha renunciado al trabajo y aún no encuentra la manera de comunicárselo a sus padres. La inestabilidad de su vida sentimental contrasta con la de sus compañeros, pues unos disfrutan de vidas libertarias, mientras que otros empiezan a casarse y a formar familias.

Posiblemente "Cuatro amigos" sea la novela de David Trueba con menos acción. La narración, en este caso, transcurre por dentro de los personajes, como eco de ese viaje que los cuatro han iniciado juntos y que cada uno procesará de manera distinta. Con ecos de Kerouac, pero sin salirse de sus referentes hispánicos, Trueba se apoya en el tópico del viaje para hacer un bello elogio a la amistad, a la juventud y, como no podía ser de otra manera, al amor. Pero no es el suyo un amor de cuento de hadas, sino que es un amor con matices, con los desencuentros de la vida. Un amor que entiende de rechazos, que comprende que dos personas no siempre están destinadas a compartir un destino.

"Cuatro amigos" es, sin dejar de ser una novela de juventud, una historia para reflexionar y dejar que la melancolía nos abrume. Me atrevería a afirmar que esta fue la primera gran novela de David Trueba.

Darío Luque

Jorge Borondo

David Trueba, el hermano de Fernando (¿o deberíamos decirlo al revés?) se inició en el mundo de los juntaletras como guionista de algunos de los filmes más exitosos del cine español reciente ("Amo tu cama rica", "Los peores años de nuestra vida", "Two much", ¡glups!). Tras pasar por televisión ("El peor programa de la semana") comenzó su interesante carrera de director ("La buena vida", "Obra maestra", "Soldados de salamina"). Y entre medio, ha tenido tiempo de escribir un par de novelas.

El que nos ocupa (escrito tras "Abierto toda la noche") está dividido en tres partes, de las cuales, la tercera es muy diferente a las anteriores. Si la primera se centra en la presentación de los personajes y el viaje desmadrado; en la segunda cobra protagonismo el singular (y muy cinematográfico, cada uno verá si esto es o no un comentario peyorativo) personaje de Estrella; en la tercera, Trueba deja a un lado su vertiente gamberra y desarrolla su lado más romántico (para algunos incluso cursi, no para mí). Como si "Airbag" se fundiera con "Amelie".

El libro es muy divertido. A veces es gamberro. Otras veces es tierno. Lo que no puede negársele a Trueba es su acierto en los diálogos (estamos hablando de un guionista), su acertado ritmo, sus toques de humor y la inclusión de vez en cuando de frases ingeniosas. Aunque yo nunca realicé una aventura de estas características (y eso que me encuentro en la edad de los protagonistas, más o menos) no he podido evitar identificarme a veces con Solo, y sobre todo, identificar a amigos o conocidos en cada uno de los personajes principales. No es una obra que vaya a sacudir los cimientos de la literatura mundial, pero se lee con agrado, entre la sonrisa y el recuerdo de tiempos pasados. Recomendable.

Joge Borondo