Cuando sube la marea (Bahía de Chesapeake II)

Opinión:

Segunda entrega de la saga Bahía de Chesapeake, cuyo protagonista es Ethan, otro de los hermanos Quinn.
 
Nora Roberts inicia esta novela haciendo un repaso de lo acontecido en la anterior, para poner al lector en antecedentes y explicarles por qué los tres hermanos Quinn viven en la misma casa, y quién es Seth, el niño a quien el padre trataba de adoptar antes de morir en un accidente.
 
Ethan es el personaje cuyo pasado más se asemeja al de Seth, con lo que los lazos que se crean entre ellos son más profundos. El pequeño ha ido adquiriendo confianza en su nueva familia, en esos hermanos mayores a los que admira y a quienes trata de imitar. Su deseo de encajar, de conseguir encontrar por fin su propio lugar es abrumador. La autora logra transmitir el miedo de Seth a verse rechazado, a perder ese hogar que acaba de conocer, a cometer una equivocación que haga que esos hombres lo abandonen o, mucho peor, lo devuelvan a su madre. Por supuesto, ninguno de ellos está dispuesto a desentenderse del chico, no solo porque el padre les pidió que no lo hicieran sino porque poco a poco el niño ha ganado sus corazones y, como víctimas que fueron, serían incapaces de abandonarlo, por duras que sean las dificultades a las que deban enfrentarse para conservarlo. 
 
Nora Roberts explora en esta novela la fuerza de los lazos afectivos, más fuertes que los de la sangre, en un grupo de hombres con un pasado descorazonador que forman una piña indestructible.
 
Pero la autora también aborda en esta entrega un tema igual de duro: la herencia genética. Si alguno de nuestros progenitores fue un monstruo ¿qué posibilidades hay de que hayamos heredado alguno de sus rasgos o que podamos transmitirlo a nuestros descendientes? Ese es el dilema al que se enfrenta uno de los personajes, incapaz de entregarse por completo a una relación movido por ese temor. 
 
Nora Roberts consigue enamorarnos con sus historias. Nos hace reír y llorar, a veces en la misma página, e involucrarnos en las vidas de sus protagonistas como si fuesen nuestra propia familia. Les quieres, les admiras, te preocupas por ellos, les animas o les echas la bronca, depende de la situación. Pero nunca, nunca, te dejan indiferente. 
 
Pilar Alonso Márquez