corum. trilogía de las espadas

Opinión:

La editorial Marlow les ha hecho un verdadero regalo a los lectores de Michael Moorcock juntando en un solo volumen la trilogía entera de "El Señor de las Espadas" y no dejándolos a la espera de las siguientes entregas. Además, la portada refleja de un modo fiel el contenido de la obra y son dignas de mención tanto la maquetación como la corrección: no he encontrado ni un solo error, aunque parezca increíble.
 
Al igual que Tolkien (El Señor de los Anillos), aunque al autor de "Corum" le desagrade cualquier referencia a él, Michael Moorcock ha recreado un mundo entero para su trilogía con razas diferentes, pueblos y ciudades, leyendas y religiones… muy complejo y diferente. Quizá por ese motivo el lector pueda echar en falta un plano o mapa para saber dónde se encuentra el protagonista en cada momento. Hay que tener en cuenta que el príncipe Corum viaja por 15 planos de existencia y por el multiverso (que son muchos más planos) y por el tiempo, también por el tiempo.
 
Me ha resultado muy interesante la dimensión que ha querido alcanzar el autor en esta obra, porque no solo se trata de una novela de fantasía épica con guerras, amores, persecuciones, o con la figura central de un héroe eterno. Es mucho más que eso. Michael Moorcock nos ofrece sus propias teorías sobre el universo, la religión, el bien y el mal, el tiempo o la identidad personal y, todo ello, integrado dentro de las aventuras de su protagonista.
 
La historia te engancha en apenas 25 páginas de redacción ya que el mundo recreado por el autor resulta muy atractivo así como su prosa, de fácil lectura y comprensión. Ahora bien, no intentéis pronunciar los nombres que se inventa porque creo que para la raza mabden (humana) son impronunciables: el dios Kwll, el rey Lywn-an-Esh, el castillo de Allomglyl,… yo desistí desde el comienzo.
 
A la hora de leer esta novela hay que tener en cuenta que su estética se rige por los cánones de hace cuarenta años, y es que el autor la escribió en 1971 y, por aquel entonces, la moda literaria iba por otros derroteros. Por este motivo conviene tener en cuenta la abundancia de descripciones de las vestimentas de los personajes, de los castillos, de los peinados…  Igualmente, narra con exceso de realismo la brutalidad de los mabden (humanos) con escenas subidas de sangre y violencia, que pueden resultar un tanto macabras.
 
Uno de los puntos que más me ha gustado de la novela ha sido la transformación interna del personaje principal, Corum, de un apacible noble versado en las artes a un todo un héroe; y, aunque su paso de la “inocencia” al conocimiento de la ira, del miedo, del dolor e, incluso de la venganza, está muy logrado, me habría gustado que el autor lo espaciara un poco más para que el lector pudiera sentir más profundamente sus cambios.
 
Básicamente es esta idea la que peor sabor de boca me ha dejado: la obra es muy rápida, pero no al estilo de los thriller actuales, que poseen mucha acción. Es rápida porque Michael Moorcock pasa sobre todo lo cuenta a mucha velocidad, sin pararse a narrar las escenas con más profundidad para que el lector pueda saborearlas convenientemente. Le sucede lo mismo con los personajes; se vuelven algo borrosos y desdibujados porque los tempus no son los adecuados. Hace falta tiempo para que un personaje se enamore, odie,… Es poco creíble que Corum conozca a una mujer de la que se enamora perdidamente en dos páginas, teniendo en cuenta que es una humana de las que ha jurado matar apenas tres páginas antes.
 
Y esa prisa de la que hablo influye también en el estilo, que a veces se torna descarnado, precisamente debido a que utiliza frases demasiado cortas sin enlazarlas con párrafos más largos que permitan al lector visualizar la novela en toda su complejidad.
 
A pesar de que ha recreado un mundo mágico, desbordante de fantasía, no por ello deja de tener sus propias reglas, que el lector espera y a las que el autor debe atenerse. En algunas ocasiones Michael Moorcock se las salta y eso resta credibilidad a la obra. Un escritor puede inventarse monstruos inexistentes o hacer que sus personajes salten por todos los planos de un universo múltiple, o hacerle retroceder en el tiempo, o lo que desee, pero ateniéndose siempre a unas reglas. Por ejemplo, si dice que hay 15 planos de existencia regidos por las fuerzas del bien (la Ley) y del mal (el Caos), ambas reguladas por la Balanza Cósmica, no puede luego “sacarse un conejo de la chistera” e inventarse un multiuniverso que no tenía cabida en su concepción de la obra pero que le resulta útil para sacar al protagonista de un atolladero.
 
Sin embargo, el texto tiene mucha fuerza y atrapa al lector gracias a la desbordante imaginación de que sabe hacer gala Michael Moorcock, que no en vano ha sido premiado con numerosos galardones de ciencia ficción y es un autor de reconocido prestigio. En su haber obran los premios Nebula, August Derleth, British Fantasy, World Fantasy o el Guardian Fiction.

Gemma Nieto