Comunión
Título: Comunión
Título Original: (Comunión, 2009)
Autor: Eloy M. Cebrián
Editorial:
Alfaqueque
Colección: Equipaje Ligero
Copyright:
© Eloy M. Cebrián, 2009
© Alfaqueque, 2009
Edición: 1ª Edición, 2009ISBN: 9788493742034
Tapa: Blanda
Etiquetas: literatura española cuentos
Nº de páginas: 192
Argumento:
Ruidos inexplicables que se cuelan a través de las paredes, dos
hermanos enemistados por culpa de unos animalillos casi
microscópicos, un deprimido crónico que responde a los mensajes
basura que encuentra en su e-mail, un prisionero atrapado en
una descomunal torre de apartamentos, un muchacho que sufre
extravagantes mutaciones, dos ancianos que viven rodeados de
presencias fantasmales, un hombre enamorado de una joven prostituta
del Este…
Doce historias entre lo cotidiano y lo fabuloso, entre lo sórdido y
lo sensual, entre lo lírico y lo elegíaco. Doce relatos rebosantes
de humanidad que se hundirán como un bisturí en la piel del lector.
Páginas inolvidables para todo aquel que se atreva a
recorrerlas.
Opinión:
Desde mi punto de vista, una de las principales cualidades de esta
colección de relatos firmados por Eloy M. Cebrián es la
versatilidad, presente no sólo en la variedad de argumentos o
temáticas que aparecen sino también en los diversos géneros u
opciones narrativas con las se abordan cada uno de ellos. Catorce
narraciones que, aunque en algún caso comparten ideas comunes,
resultan muy diferentes unas de otras. En unos, por ejemplo, se
tratan cuestiones espinosas o que están de candente actualidad como
los malos tratos (Igual que entonces), Internet (El
hombre que respondía a los correos basura), el Atentado de
Atocha y el racismo o la xenofobia, (Tres versiones de El
Sur), y en otros en cambio se opta por el relato de raíz
fantástica o surrealista (Los Muertos, La Torre,
Comunión). También hay sitio para el humor (Sonidos de un
piso vacío, Las luciérnagas) o para el costumbrismo mas o
menos amable, más o menos dramático (Monos de mar, "Libélula",
"Objetos personales").
De igual modo, cada cuento está contado exactamente como se debe
contar. Uno de los más representativos en ese sentido es
OBJETOS PERSONALES: en un vagón de tren varios pasajeros
hablan por el móvil. Cebrián nos presenta un collage de
las conversaciones que cada uno de ellos mantiene y que son
interrumpidas por los mensajes que emiten a través de los altavoces
del tren. El enfoque me parece perfecto, muy adecuado y sobre todo
muy eficaz. Dota al texto no sólo de ritmo y amenidad sino también
ayuda a que estas conversaciones en un principio absolutamente
intrascendentes vayan ganando en interés y en dramatismo.
Otro ejemplo de esto que digo lo encontramos en La
Torre; en mi opinión uno de los mejores relatos incluidos en
el libro: un hombre que no consigue recordar cuándo y por qué fue
encerrado en una extraña torre de estructura laberíntica e ignora
además si es el único residente de la misma. Para contar esta
historia en la que es tan importante saber trasmitir una atmósfera
opresiva, claustrofóbica, casi de pesadilla, resulta imprescindible
evocar al genial Jorge Luis Borges, funcionando así el
relato como una suerte de homenaje a algunas de las obsesiones
borgianas como los laberintos, las Bibliotecas de Babel, Los Libros
de Arena y sobre todo el tiempo y el espacio. Sin embargo, lo bueno
de La Torre es que tomando todo esto como punto
de partida o referencia inicial lo cierto es que Cebrián consigue
abordar cuestiones que le inquietan y le interesan; es decir, no se
trata de una copia o un intento de emular a Borges sino que
Cebrián, tomándolo como inspiración, consigue dar al texto una voz
propia y personal.
Pienso no obstante que aunque cada uno de los cuentos incluidos son
de muy diversa catadura y hondura lo cierto es que todos (o casi
todos) comparten algún elemento común. Opino que de alguna manera
todos ellos resultan ser crónicas de una soledad. Por ejemplo,
aunque el tema principal que se aborda en Igual que
entonces sea el cuando, por qué y cómo de una mujer
maltratada, lo cierto es que lo que la empuja a encerrarse en un
armario que huele a naftalina es la profunda sensación de soledad
que padece, que le obliga a tratar de evocar o recuperar uno de los
pocos momentos felices de su infancia. Sucede algo parecido con
El hombre que respondía a los correos basura o
con "Libélula", la principal
motivación que hace a sus personajes a enviar emails a los falsos
remitentes de los correos basura (en el primer caso) o a contratar
por primera vez los servicios de una prostituta polaca (en el
segundo) no es otra que la insoportable soledad y falta de afecto
que sufren cotidianamente. Incluso en un relato tan misterioso
como La Torre se nos habla de un ser
incomunicado que ignora la razón de esa incomunicación y por qué ha
terminado encerrado en una torre que al final sospecha que ha
construido él mismo.
Sin embargo de todos los relatos de "Comunión" con el que me quedo
definitivamente es con MONOS DE MAR, quizá porque ha
sabido conectar con mi propia memoria personal, con mi propia
infancia. Efectivamente, en los años 70 existían esos catálogos en
los que se vendían por correos gafas con rayos-x, pantallas para
transformar la tele de blanco y negro en color, aparatos para poder
escuchar las conversaciones de los vecinos y por supuesto los
fantásticos Monos del Mar que tal y como se cuenta en el relato no
eran más que unos polvos blancos que se disolvían en agua y que no
tenían absolutamente nada que ver con los simpáticos animalitos que
aparecían en el dibujo del catálogo.
Joseph B Macgregor
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